Culturas musicales de resistencia: los afroesmeraldeños
Fidel Pablo
Guerrero
soymusicaecuador.blogspot.com
Negro, negro
renegrido,
Negro
hermano del carbón,
Negro de
negros nacido,
Negro ayer,
mañana y hoy.
Algunos
creen insultarme
Gritándome
mi color,
Más yo mismo
lo pregono
Con orgullo
frente al sol:
Negro he
sido, negro soy,
Negro vengo,
negro voy,
Negro bien
negro nací,
Negro, negro
he de vivir
Y como negro morir.
Nelson
Estupiñán Bass
En las fatídicas épocas
coloniales el “negro” fue despojado de todo: separado de su tierra originaria y
de su familia; maniatado y torturado fue
puesto en venta al mejor postor. Cortesanos, conquistadores, comunidades religiosas,
latifundistas y otros explotadores adquirían “en propiedad” las vidas de estos
desarraigados para ponerlos a trabajar en condiciones infrahumanas: así
llegaron y vivieron los esclavos negros en América.
Establecidos en estas
tierras los pobladores africanos tuvieron que batallar por lo más básico y
obligatorio: la sobrevivencia. Todo lo material les fue arrebatado, y se
hicieron intentos por quitarles lo inmaterial también; sin embargo, lo
inmaterial resulta más difícil de usurpar, pues la cultura de un pueblo está
guardada en la memoria.
Los colonialistas
consideraban que la memoria cultural básicamente se radicaba en la religión y
en la lengua, así que como mecanismos para borrarla se aplastó esa memoria con
la suplantación de valores. Pero existían otros recursos de memoria: uno de
ellos la música, que los colonizadores no repararon o lo hicieron con alguna
tardanza en pretender destruirla, quizá porque en principio no veían en ella un
grave peligro o les era de poco beneficio o valor; sin embargo resultó ser una
de las formas más poderosas de resistencia cultural[1].
La memoria a través de
la música lograba reactivarse y conectar a su hogar, a su tierra, su familia, a
sus divinidades. Era una forma sonora de retornar a su origen. Y si esa música
sufrió acomodamientos culturales obligados, fue cuando se descubría que en ella
confluían aspectos “idólatras”, entonces los poderes la condenaban y prohibían,
pero ella aún así resistía, ocultándose o disfrazándose. Por suerte la música
puede ser guardada en lugares donde la purga inquisicional no siempre puede
hurgar, en los cerebros de sus cultores, pues incluso la música se puede
pensar, se puede cantar muy quedo o en silencio: se puede soñar en tambores
sonando. A los hijos huérfanos del África, les fueron arrebatados sus nombres,
sus lenguas originarias, sus divinidades y cualquier práctica cotidiana,
amorosa o creativa que hubiesen tenido, pero la música y la ingénita alegría de
estos hombres sobrevivió significativamente.
La música vino pues en
las mentes de los esclavos, ya que no era necesario traer instrumento alguno
para que ella perviviera, bastaba con que de sus voces hicieran brotar sus
cantos nuevamente. A veces los “propietarios” les permitían cantar pues notaban
que cantando olvidaban el dolor del trabajo extenuante o como una forma de
tranquilizar los ánimos por temor a un levantamiento. Se harían cantos también en secreto, quizá en
el único espacio de descanso que se concedía a los trabajadores forzados,
pudiera ser cuando los patrones iban a misa, o en los rincones más apartados
donde los “dueños” no los pudieran reprimir. Cuando en esos rincones se reunían
los cimarrones (esclavos fugados), se constituían los llamados palenques.
En estos territorios
encontraron implementos naturales para fabricar herramientas sonoras.
Materiales diferentes claro, pero con similares resultados. Hicieron sus
tambores, que quizá es el instrumento más determinante en el sonido y sencillo
de lograr, pues puede obtenerse simplemente de un troco hueco de árbol para
crear un ritmo. Así mismo descubrieron la dureza de la chonta y otras especies
vegetales para reconstruir otros instrumentos musicales. Las calabazas y las
cañas sirvieron para el mismo efecto; en fin, la naturaleza local les proveyó
de nuevos implementos para expresarse. En otro momento ya habíamos mencionado
que más que la nominación patrimonial a instrumentos o géneros se debería
declarar a los pueblos negros e indígenas y a su música como culturas
patrimoniales de la resistencia cultural (o de la resistencia musical).
Si los negros fueron
traídos de diversas zonas del África (Congo o Guinea), cada uno debió aportar
con sus experiencias sonoras de su localidad y se fueron mesclando entre
sí con asimilaciones de las músicas
locales indígenas; en ese proceso debieron ir consolidándose formas de
expresión que hoy conforman la cultura musical negra. En otro artículo hemos
tratado sobre la música afro de la región andina (Chota-Mira) http://soymusicaecuador.blogspot.com/search/label/Bomba
, ahora desarrollaremos
un panorama de la música afro en Esmeraldas.
Parámetros generales
Esmeraldas es una
provincia situada al noroccidente del Ecuador, en las costas del Pacífico y
colindante con territorio colombiano (existen lazos familiares y culturales
entre los negros de la zona norte del Ecuador y de la zona sur de Colombia). El
cronista Miguel Cabello Balboa (1535-1608) menciona que en 1577 le fue contada una historia sobre la
población negra en esta zona, la que de acuerdo a ese comentario se debía al
naufragio -cerca a las costas de Esmeraldas- de un barco del que bajaron un
grupo de afros y desde entonces se establecieron allí como población libre
conjugándose con la población nativa en donde no faltaron acciones de pugna y
alianza. Nacieron así los zambos,
mezcla de negros con indígenas.
Vamos a transcribir lo concerniente a esa historia, aquella que se le contó a Cabello Balboa y que es parte de su
escrito testimonial: Verdadera descripción
y relación larga de la Provincia y Tierra de las Esmeraldas:
“Capítulo cuarto
“De la entrada que hicieron los negros en la
Provincia de las Esmeraldas
“El
año del Señor de mil quinientos y
cincuenta y tres, por el mes de Octubre, partió del puerto de Panamá un barco,
una parte del cual alguna mercadería y negros que en el venían, era y
pertenecía a un Alonso de Illescas, vecino de la ciudad de Sevilla, el cual
barco, como hallase por aproa los sures, vientos ordinarios en aquella costa
del Piru, cuyo camino llevaba de bajada, abajo de la isla de Gorgona, que, como
queda dicho, esta puesta frontera del río de San Jhoan y porfiando el
descaminado barco contra mares y vientos, se entretubo muchos días sin poder
seguir su viaje, y pasados treinta de su navegación pudo hallarse doblado el
cabo de San Fran-cisco, en una ensenada que se hace en aquella parte que
llamamos el Portete; tomaron tierra en aquel lugar los marineros y saltando a
ella para descansar, de una tan prolija navegación, sacaron consigo a tierra
diez y siete negros y seis negras, que en el barco traían, para que les
ayudasen a buscar algo que comer, porque ya no tenían con que se poder
sustentar, dejando el barco sobre un cable. Mientras ellos en tierra, se
levantó un viento y mareta que le hizo venir a dar en los arrecifes de aquella
costa, los que, en el ya quebrado barco habían venido, pusieron su cuidado en
escapar si pudiesen, algo de lo mucho que traían, y sólo pudieron salvar una
rica y costosa custodia de plata que traían de España para el monasterio de
Santo Domingo de la Ciudad de los Reyes, y visto no poder reedimir la ropa,
procuraron dar cobro a sus vidas, y dejando enterrada la custodia, trataron de
hacer su camino por tierra, y queriéndolo poner en efeto procuraron juntar los
negros, los cuales y las negras se habían metido el monte adentro, sin
propósito ninguno de volver a servidumbre; visto por los marineros y pasajeros
que el tiempo no daba lugar a más, se pusieron en camino, en el cual de hambre
y sed y cansancio murieron casi todos, y los que escaparon llegaron tan
estragados y enfermos que sólo sirvieron de mensajeros y testigos de sus
calamidades y miserias, porque a pocos días, murieron.
“Los
negros, juntos y armados lo mejor que pudieren, con las armas que del barco
sacaron, se entraron a la tierra adentro, olvidando el peligro con la mucha
hambre, y fueron a dar en una población, en aquella parte que llaman Pidi. Los
bárbaros della espantados de ver una escuadra de tan nueva gente, huyeron con
la más nueva priesa que les fue posible y desampararon sus ranchos y aun sus
hijos y mujeres, y los negros se apoderaron de todo, en especial, de las comidas,
que era lo que por entonces hacía más a su propósito. Visto por los indios que
se detenían en sus casas, mas de lo que ellos pensaban, ni quisieron apellidar
en sus convecinos, y juntos los más que pudieron acaudillar dieron de improviso
sobre los negros y ellos, peleando por la comida y la vida, hiciéronlo tan
bien, que se defendieron y ofendieron a los indios, y viendo estos, que con los
negros no podían ganar nada, que les tenía allá sus mujeres e hijos, y que
estaban muy de asiento, trataron pases con ellos, siendo caudillo un valiente
negro llamado Anton, y asentado su amistad, y pasados algunos días, trataron de
ir todos hacer guerra a los indios de Campas, y ansi lo pusieron por obra; mas
no les subcedió como ellos pensaban, antes los belicosos Campas les dieron tal
priesa que les mataron seis negros y algunos indios amigos, y con esta pérdida
se volvieron a su asiento, y de sus primeros amigos, los cuales viendo algo
descuidados' procuraron tentar segunda vez la fortuna, deseando echar de sus tierras
tan importunosos huéspedes, mas no sólo no pudieron, pero dieron ocasión a que
los negros, once que quedaron, por industria de su caudillo hiciesen tal
castigo y con tanta crueldad, que sembraron terror en toda aquella comarca, y
dende entonces procuraron no enojarlos, ni los negros se hosaron fiar más
dellos. Subcedieron, andando el tiempo, otras guerras y jornadas que no hay
para que escrebirlas, al cabo se vinieron a contentar con solo poder allí
guardar sus vidas y libertad. Al cabo de algunos años, por muerte de el
caudillo, nació entre ellos discordia, pretendiendo cada uno el mando, asi para
finalmente venir el negocio a las armas y en tal demanda murieron tres, de
suerte que solos siete y tres negras que había y hay, y no es poco de
maravillar haberse aumentado en aquella tierra esta generación, siendo tan
semejante en toda Guinea y andando como ellos andaban solos subjetos a su
voluntad. […].
(Fuente:
“Verdadera descripción y relación larga de la Provincia y Tierra de las
Esmeraldas […]”. En: Miguel Cabello
Balboa. Obras. Vol I. Quito: Editorial Ecuatoriana, 1945. p. 18-19).
El etnomusicólogo
Carlos Coba hace un resumen de lo apuntado por Cabello, cuya historia respecto
al poblamiento de los negros en Esmeraldas se basa en la tradición oral:
“Un
barco cargado de esclavos encalló cerca de la actual ciudad de Esmeraldas a
mediados del mismo siglo (1553). Un grupo de 23 africanos, 17 hombres y 6
mujeres de las costas de Guinea, capitaneados por un ladino llamado Alonso de
Illescas, huyeron de sus captores y procedieron, valiéndose de muchas
artimañas, a dominar la región” (En: Coba, Carlos. Literatura popular afroecuatoriana. Otavalo: IOA, 1980. p. 64).
Lo cierto es que
algunos documentos señalan que había un asentamiento de negros cohabitando en esa
zona con los indígenas y defendiéndose de los ataques de los españoles.
Posiblemente la población negra sea producto de varias fuentes, incluyendo la
aseverada por Cabello Balboa, así como de junta de fugitivos y migraciones.
Esmeraldas
posee una rica herencia arqueológica prehispánica (de antes de llegar la
población afro); objetos sonoros -instrumentos y figurinas con representaciones
plástico-musicales- de las fases La Tolita y Chorrera que muestran las
condiciones de desarrollo e importancia que llegó a tener la música en esas
localidades. Aquellas expresiones sonoras ancestrales desafortunadamente no
fueron comprendidas por los colonizadores, quienes finalmente las desbastaron.
A inicios de la etapa conquistadora Miguel Cabello Balboa en sus Crónicas, da testimonio de la presencia
de la vihuela, allá por el año de 1577, al relatar su permanencia en la
provincia de Esmeraldas:
“Tardaban ya los fementidos bárbaros más de lo propuesto y prometido, en
tanto grado, que nos sentíamos ya defraudados de toda nuestra esperanza, que
aun de la vida dudábamos, según las malas señales aparecían, y en medio de
estas aflicciones, Juan de Santa Cruz, dotado de buena gracia en tañer y cantar
tomando una mal acordada vigüela, cantó un salmo”.
Este viene a
ser el primer testimonio de aquel instrumento musical en lo que ahora es
territorio ecuatoriano. Más tarde, cuando la etapa de la Colonia estaba por
finalizar, Willian Bennet Stevenson asienta en su diario de viaje que escuchó
en Esmeraldas tocar la marimba y en alguna ocasión la combinación de marimba y
guitarra.
"El
número de diversiones o entretenimientos que tiene esta gente es muy reducido;
después del trabajo diario, se retiran a descansar; los domingos por lo general
son mejores que otros días; pero cuando se reúnen en las fiestas anuales en el
pueblo, es normal verlos cantando y bailando. La música que les escuché
interpretar y los instrumentos que vi en sus casas resultaron novedosos para
mí, y tal vez únicos, excepto el tambor, el cual lo fabrican asegurando un
pedazo de piel de cerdo por el extremo de un pedazo nuevo de madera, dejando el
otro abierto; el chambo es un tubo hueco de unas treinta pulgadas de
largo, y cuatro de circunferencia; está hecho de un tipo de madera suave y está
atravesado con pequeñas clavijas de chonta, que se proyectan una media pulgada
hacia el interior; se pone unos cuantos frijoles pequeños dentro del tubo y se
cierran sus extremos. El instrumento se toca sosteniéndolo con ambas manos, una
a cada extremo, y agitándolo, de modo que el sonido producido se parece en
ocasiones al de la lluvia simulada en los escenarios ingleses. La marimba
está hecha con dos pedazos anchos de caña sujetados en sus extremos, cada uno
de seis a diez pies de longitud; entre estos pedazos se suspende un gran número
de pedazos de caña hueca, de dos o cinco pies de diámetro a cuatro o dos
pulgadas, de modo que el instrumento se parece a una flauta gigante de Pan; a
través de la parte superior de estas cañas se colocan delgadísimas piezas de
chonta, que descansan en el armazón sin tocar las flautas, y se las amarra con
un hilo de algodón; se cuelga el instrumento del techo de la casa y por lo
general lo tocan dos hombres, que se colocan frente a frente con dos palos
pequeños que tienen perillas de caucho, con los cuales golpean los pedazos
transversales de chonta produciendo diferentes tonos de acuerdo al tamaño del
tubo colgante de caña sobre el cual está colocada la chonta. Algunas marimbas
son bien hechas y el diapasón no es muy irregular; pese a lo rudimentario de
este instrumento, a menudo sus melodías me han entretenido, especialmente
cuando he bajado río abajo flotando, ocasiones en las cuales mis palanqueros
han cantado sus aires nativos al son de la música. Este instrumento, al que a
veces suele acompañar una guitarra, alegra a los nativos de este lugar durante
sus fiestas, y no son pocas las veces que se usa para llamar a las almas a la
divina contemplación de la santa misa. (Fuente: Stevenson, William Bennet. Narración
histórica y descriptiva de veinte años de residencia en Sudamérica,
Ediciones Abya-yala, 1994, p. 465-466).
Stevenson registra como parte del
instrumental musical al chambo,
instrumento, al menos en su nombre que no se encuentra en la organología negra,
pero que según la descripción corresponde al guasá o guazá. Además es
interesante lo que menciona respecto al uso de la guitarra, que la vio en
Esmeralda a veces acompañando a la marimba.
Pasemos ahora a tratar
asuntos sobre los instrumentos musicales y participantes que caracterizan a
esta cultura musical, a cuyo conjunto sonoro hemos dado el nombre de “Conjunto de
marimba”, por ser el instrumento preponderante de su arsenal organológico. El
“Conjunto de marimba” está constituido por los cantores o cantoras: glosadores
(solistas) y respondedores; y, los ejecutantes que tocan la marimba, el cununo, el bombo y el guazá.
Hay instrumentos como la maraca o la quijada de burro (algunos ya no se usan),
que pueden ser adicionados, pero los ya nombrados son los principales. Algunos
instrumentos se usan en pares: hembra y macho (hay contradicciones en cuanto a
estas designaciones, unos creen que es por el sonido, más agudo y más grave,
hembra y macho, respectivamente, y otros por el tamaño de los instrumentos, nos
inclinamos más por la primera condición).
Un conjunto de marimba en Esmeraldas, que parece tomada a fines de los años 70’s. Foto en el AH-MCE. |
La compositora y
cantante negra[2]
Petita Palma opina que más que con la marimba, al negro se lo debe identificar
con el tambor. Esto me parece muy acertado en el caso del negro en el contexto
mundial; sin embargo, creemos que en nuestro caso la marimba se sobrepone por
su tímbrica a cualquier tambor
afroesmeraldeño. De todos modos quienes piensen que debe ser del otro modo, se
puede cambiar por el de “Conjunto de tambor de los afro esmeraldeños”, en
definitiva lo que quiero decir que es a la cultura negra (o afro) a la que le
corresponde definir estos parámetros terminológicos y nominativos. Lo que
podemos hacer nosotros es sugerir guías sobre aspectos históricos que hemos
investigado en torno a la música afroecuatoriana. En lo que si hay razón, es en
señalar que la música afroecuatoriana, como quizá todas las músicas afro,
tienen preponderancia marcada en el ritmo, por ende en la percusión, de la cual
brota una sincronía polirítmica de
cununo, guasa, bombo y marimba.
***
En resumen,
Esmeraldas es un crisol cultural, en
donde se conjugan variantes étnicas. De la parte indígena se encuentran los
Chachis, Eperas (Esmeraldas) y Awas (Carchi y Esmeraldas). A partir de la etapa
colonial se suman en estos territorios los africanos que bajaron a las costas
esmeraldeñas desde buques negreros. A este conglomerado cultural se
incorporaran mestizos, zambos y mulatos.
A pesar de
esta diversidad, los símbolos de identidad musical más visibles en la provincia
de Esmeraldas están dados principalmente por la cultura afro y sus
instrumentos. El “Conjunto musical de marimba” es lo más representativo de esta
comunidad y está constituido por la marimba, un instrumento de percusión hecho
con teclas de una madera muy dura que se llama chonta; las teclas se golpetean con
baquetas con punta de caucho; el cununo, tambor alargado con un parche de
cuero que se toca con las manos; el guasá, una caña de bambú (esta caña también
se usa para los resonadores de la marimba) que se bate para que suenen las semillas
o perdigones que se colocan en su interior; y la tambora o bombo, con dos
parches de cuero. Los cantos se suelen hacer de manera responsorial, o sea que
existe un solista y un coro que responde o complementa las frases musicales.
La danza y
la música están estrechamente vinculadas en los géneros de marimba como las aguas, la caderona, la canoíta, el fabriciano, patacoré, torbellino, andarele, etc.; cada pieza musical tiene
una música y una forma de baile.
Instrumentos,
música y danzas se fueron sincretizando y definiendo desde épocas coloniales,
luego de que los habitantes afro fueron traídos del África.
El
canto sin acompañamiento instrumental, o a lo más con el sonido de un bombo o
guasás, está presente en festividades religiosas, con salves, cantos al
Niño y arrullos
para santos y vírgenes; se cantan también para los niños humanos los chigualos.
Entre
quienes han sabido representar y estudiar la tradición afroesmeraldeñas están
los nombres de Orlando Tenorio Cuero, Remberto Escobar, Papá Roncón, Petita
Palma, Alberto Castillo, David García, Juan García y más recientemente Lindberg
Valencia y Madera Metálicos, entre otros. Cada uno de los mencionados ha
procurado difundir y enseñar la riqueza de la cultura y la música y en algunos
casos gracias a su fructífera labor se cuenta con niños y jóvenes que serán los
herederos de ese conocimiento.
Dos compositores destacados de esta localidad han sido Tácito Ortiz, el creador del Himno a Esmeraldas y Tomás García, autor de centenares de piezas musicales, de las cuales desafortunadamente solo unas pocas han sido grabadas y difundidas. No podemos dejar de mencionar en esta corta panorámica al grupo de Los Chigualeros, quienes han logrado hacer varios registros discográficos y divulgar sus obras en diversos países americanos y europeos. Entre los primeros compositores no esmeraldeños que usaron materiales de la cultura afro en sus creaciones están Francisco Paredes Herrera (Cuenca) y Lidia Noboa (Riobamba).
Partitura de Francisco Paredes Herrera: Jolgorio, poesía de Adalberto Ortiz. |
Jolgorio
(marimba esmeraldeña)
Francisco Paredes Herrera, música
Aldalberto Ortiz, poesía
[transcripción según consta en la
partitura]
Está vomitando el bombo
Su enorme bomb.
Cununo que cununea:
Taca, taca, tumb,
Taca, taca, tomb.
Arrulla la guacharaca:
Chaca, chaca, guasá.
Risa de un palitroque:
Taraca, taracatá
Taraca, taracatá.
Va la marimba a soná:
Tucu, tucu, tumb
Tucu, tucu, tumb
Canta un negro renegro,
venido del Telembí:
sambambé,
zambambú,
cachimba,
cacherimbá.
"Neguito
curucumbé
Saca cuchillo matá mujé" .
Upapé
Ja-je-ja
aé -aú
seguí cantando nomá,
que el negro no baila tango,
el negro tan solo baila
rumba, marimba y bomba.
Mama punga, sudor,
tabaco
y luz de candil,
patas de negro que suenan
sobre el pambil.
Senos, caderas,
un vientre bajo
que se emborracha con el olor.
Brilla machete yambo,
gira cabeza pamba
que comé cambo .
¡Que zamba pa tené bemba!
¡Zumbále el mango,
¡zumbále el mango¡
Patas negras del mundo
que sólo bailan
carioca, marimba y rumba
Bembas de negros que cantan
Carioca, marimba y conga.
(Texto tomado de la partitura
manuscrita Jolgorio de Paredes
Herrera. Hemos visto esta poesía escrita en otras fuentes y se pueden percibir
pequeñas diferencias en el texto).
Si bien en los actuales momentos, al
igual que en muchas urbes ecuatorianas la música comercial foránea es parte del
bagaje de diversos sectores ciudadanos, conectados por medios de comunicación y
sujetos a parámetros socioeconómicos que se imponen en el medio capitalista,
existen esfuerzos a contracorriente de varios músicos y actores culturales que
trabajan por salvaguardar sus valores musicales, sobre todo de los Afros y en
menor grado de los Chachis, Eperas y Awa, siendo estas últimas etnias, las
únicas sobrevivientes indígenas en esa región y que se considera están en
proceso de extinción. Afros, Chachis y Awas han tenido en su arsenal
organológico la marimba y comparten así mismo similar repertorio y nombres de
algunas piezas musicales con los afros.
Resumen de los instrumentos musicales afroesmeraldeños
La marimba
Puede ser ejecutada por
uno o dos ejecutantes: el tiplero y el bordonero. El primero toca la zona aguda
de las teclas de la marimba y el segundo se ocupa de la zona grave. La marimba
es un instrumento melódico de percusión que se construye con una madera muy
dura que al ser golpeada da un sonido brillante. La longitud de sus teclas o
tablillas va decreciendo conforme se quieran obtener sonidos más agudos. Se toca con un par de baquetas en cuya punta
se hacen una especie de pelotas de caucho natural. En la parte aguda del
teclado se lleva la melodía y en la parte grave un acompañamiento rítmico. En
la construcción cuando se busca una determinada afinación y si resultó muy
aguda una tecla por el exceso de corte, entonces se procede a desgastar la
parte inferior de la madera, logrando con ello obtener un sonido más grave (y
si mal no recuerdo pues vi como se fabricaba una marimba en Esmeraldas allá por
los años noventas, se desgastan los bordes inferiores de la punta de la
tablilla para obtener un sonido más agudo, si el que se había alcanzado
resultaba muy grave).
Tablillas de chonta que se engarzan entre sí a través de cordeles.
Detalle de los tubos de caña que hacen de resonadores.
Para “acostar” a las
tablillas, se construye un marco de madera donde se colocan teclas que han sido previamente unidas y se templan
a través de cordeles que las sostienen; debajo de ellas se colocan como tubos
de órgano, cañas de guadua, que van en el mismo orden de tamaño que las teclas:
las más graves tiene cañas más largas y las teclas más pequeñas los tubos más
cortos. Las cañas se sostienen con un cordel o un alambre que atraviesa la
parte superior de todas las cañas.
Creo que más que por
cualquier otro instrumento, es la marimba el instrumento característico de la
música afroesmeraldeña.
El cununo
Es un tambor alargado
de un solo parche, hecho de tronco hueco de árbol al que se le da una forma un
tanto cónica. El tronco es vaciado desde uno de sus extremos, dejando el otro
extremo tapado. En la boca abierta del tronco se tensa piel de animal que se
estira con cuños y cuerdas. El “cununero” ejecuta el instrumento con sus manos
y lo coloca –sentado- entre sus piernas. Hay toques característicos en las
diversas piezas del repertorio. Existe cununo hembra y cununo macho.
El guazá
Instrumento de
percusión de gran sonoridad. Se fabrica con caña de guadua. Se corta la caña
dejando los nudos que mantiene cerrado el interior. Se hace un agujero pequeño
y se introducen semillas o piedrecillas pequeñas, así mismo se atraviesan una
especie de clavos de chonta o pambil a lo ancho de la caña. Al sacudir el
instrumento, chocan las piedrecillas contra las paredes y los clavos
produciendo un sonido muy particular. El guazá viene a ser una especie de
maraca afroesmeraldeña.
El bombo
Un tambor de grandes
dimensiones que se toca con dos mazos (uno suele tener en su punta una especie
de pelota de caucho), combinando los golpes entre el borde o el cuerpo de
madera del tambor y la piel tensada. Es un tambor de doble parche. Al parecer
se fabricaba de una pieza, pero en la actualidad se unen una serie de tablas o
se dobla una plancha de tabla triplex para conformar la caja del tambor. Tiene
un sonido profundo y su ejecutante es denominado “bombero”.
Sobre el repertorio
No podemos hablar
cabalmente de géneros o ritmos musicales afro-esmeraldeños, no solo porque no
se han hecho estudios particulares al respecto, sino porque las piezas que conocemos
son piezas individualizadas. No existen, por ejemplo, varias “caderonas”, o
varios “andareles”. Existen piezas únicas con estas denominaciones, las mismas
que son tocadas con algunas variantes según la zona y el intérprete que las
ejecute. A veces se cambian las coplas y se presentan cambios en las líneas
melódicas, pero el texto del estribillo siempre es el mismo:
Andarele, andarele
Andarele vamonó’.
Lo mismo pasa con El fabriciano, La caderona, El torbellino,
La canoíta, El Berejú y otras piezas.
Por eso preferimos
hablar del “repertorio de marimba”, del “repertorio vocal y tambor” y
“repertorio vocal”: el primero que está constituido por La caderona, El andarele, La canoíta, El Fabriciano, El Torbellino,
El Berejú, La juga, entre muchas
otras, o sea las piezas que tienen función de danza y se tocan con el “Grupo de
marimba”; pueden presentarse cantadas o instrumentalmente. En general la música
de marimba tiene como función la danza, es más para uso festivo, o sea más
“para lo humano”. La marimba no se usa generalmente en ceremonias rituales, “para lo divino”, por
eso algunos cantos religiosos negros solo aceptan la percusión de parche
(pudiera ser que esto obedeció a la
dificultad de transportación y armado del instrumento, el tambor en cambio es
de más fácil manejo, para procesiones incluso).
Por tanto el segundo grupo estaría vinculado a actividades religiosas,
en donde la música se presenta a través del canto y acompañamiento de
instrumentos de percusión, pero sin marimba. Incluso se pueden presentar casos
de cantos a cappela, sin
acompañamiento instrumental.
Quizá también se podría
hace una clasificación genérica por su función, por ejemplo entre piezas
musicales para uso festivo, de contenido religioso católico, ritual u con otra
función; o también por función temática, por ejemplo “las aguas”: agua corta,
agua larga, agua corrida, cada una refiriéndose al río, al mar, al río
correntoso, etc.; así, el andarele es
una pieza de despedida, que se usa al final de una festividad, pero el arrullo es una pieza de características
religiosas que se canta en ocasiones espaciales y sin participación de la marimba.
En fin se podrían hacer diversas clasificaciones…
En lo que se refiere a
los ritmos de base, principalmente la
música afro del repertorio de marimba se puede pautar en compás 6/8 y con pocas
excepciones en compás binario simple de 2/4.
Ejemplo musical: El
Fabriciano. Dar click en las imágenes para verlas en grande; para imprimir, bajar primero al computador (más adelante pondremos los audios).
Ejemplo musical: El
andarele. Dar click en las imágenes para ver e imprimir en grande.
A continuación un
pequeño resumen de algunas piezas del repertorio marimbero:
Agua corrida
Formaba
parte del repertorio musical y coreográfico de los afroesmeraldeños. Su música
fue recogida por el musicólogo ecuatoriano Segundo Luis Moreno Andrade
(1882-1972), registrada en compás de 6/8 y en tonalidad mayor; su línea
melódica es sincopada. Esta pieza que Moreno la incluye en su II tomo de la Música
en el Ecuador (ca. 1940), correspondía al repertorio de los pescadores y se
ejecutaba en marimba.
Agua corta
Forma parte
del repertorio musical y coreográfico de los afroesmeraldeños y de los indios
Chachis (Cayapas). Según las informaciones de Carmen Ramírez es el canto de las
lavanderas de oro, en las comunidades que habitan las riberas del río Santiago,
Playa Rica, Playa de Oro. Algunos versos son dedicados a la “famosa máscara de
oro, encontrada en la Tolita Pampa de Oro, así como mensajes de tradiciones
costumbristas. En este ritmo tenemos el popular baile Carambas”.
Parece que el origen de “las aguas”, se podría buscar en el repertorio Chachi.
Parece que el origen de “las aguas”, se podría buscar en el repertorio Chachi.
Agua larga
Forma parte
del repertorio musical y coreográfico de los afroesmeraldeños y de los indios
Chachis (Cayapas). En el agua larga un hombre canta, de acuerdo a Norman
Whitten, un relato de viaje y de aventura sexual, mientras las respondedoras
tocan los guasás sin cantar.
El glosador
en el agua larga cuenta viajes fantásticos por el mundo terrenal y otros
mundos. El agua larga así como otras canciones del repertorio
afroesmeraldeño de marimba, se puede ejecutar en “toque” de bambuco (“bambuquea’o”).
De acuerdo a
investigaciones de Carmen Ramírez, el agua larga simboliza la partida y
el retorno de los pescadores y la escena de sus mujeres esperándoles en la
playa. Indica además que se baila desde San Francisco de Onzole, Santa María de
Cayapas, hasta la Tolita Pampa de Oro. Forman parte del repertorio
fluvial del agua larga: La canoita, La red.
En noviembre
de 1962, el folklorólogo brasileño Paulo de Carvalho-Neto (1923-) escuchó en la
provincia costera de Esmeraldas un agua larga, ejecutada con marimba,
bombo, cununo y guasá, y registró los siguientes versos:
Santa Bárbara
bendita
prima hermana de David
dame una mujer a mí
completa, hermosa y bonita.
prima hermana de David
dame una mujer a mí
completa, hermosa y bonita.
La Lucrecia y su
gemido
los tigres se van corriendo
los leones van huyendo
sólo de oír mis [sic ¿sus?] quejidos.
los tigres se van corriendo
los leones van huyendo
sólo de oír mis [sic ¿sus?] quejidos.
Parece que
el origen de ciertas piezas del agua larga se podría buscar en el
repertorio de los indios Chachis (Cayapas). En la tradición musical cayapa
existe una pieza con igual denominación que dicen se originó cuando los
‘antiguos’ celebraban matrimonios y Dios quiso saber cómo se llevaban a cabo,
lo cual le llevó a asistir a una boda, pero para llegar tuvo antes que cruzar
muchos ríos, por esa razón se creó el agua larga.
El músico y
constructor de marimbas, Remberto Escobar consideraba que la clave en la
afinación de la marimba era el uso del tema musical afroesmeraldeño agua
larga “ya que éste tiene la melodía exacta para coger la altura tabla por
tabla, desde la más aguda a la más grave...”. Además de considerarla una pieza
fundamental del repertorio afro, Escobar asevera que del agua larga se
desprendieron la Caramba, Caramba bambuqueada y Caramba
cruzada.
Andarele,
andariele
Baile y
música de los afroecuatorianos de la provincia de Esmeraldas. Se interpreta con
conjunto de marimba, bombo, guasá, cununos y es cantado por solista y coro; es
un tipo de pieza responsorial. Existen variantes en el texto, así como en la
línea melódica-rítmica de su música, de acuerdo a los intérpretes y a la zona
de localización, pero su estribillo siempre repite en coro después de cada
verso:
Solista:
Andarele y andarele
Coro: andarele, vamonó’.
Coro: andarele, vamonó’.
Las siguientes
coplas nos fueron proporcionadas por el músico Lindberg Valencia:
Mi compadre
Domitilo,
Coro: andarele, vamonó’.
díganle que digo yo,
Coro: andarele, vamonó’.
que si no tenía aguardiente,
Coro: andarele, vamonó’.
para qué me invitó.
Coro: andarele, vamonó’.
Coro: andarele, vamonó’.
díganle que digo yo,
Coro: andarele, vamonó’.
que si no tenía aguardiente,
Coro: andarele, vamonó’.
para qué me invitó.
Coro: andarele, vamonó’.
Délen duro a
ese bombo,
Coro: andarele,
vamonó’.
que se acabe de rompé,
que se acabe de rompé,
Coro: andarele,
vamonó’.
con un cuero de vena’o
con un cuero de vena’o
Coro: andarele, vamonó’.
lo volvemo’ a componé’.
lo volvemo’ a componé’.
Coro: andarele, vamonó’.
Cuando escucho la
marimba
Coro: andarele,
vamonó’.
me dan ganas de bailá’,
me dan ganas de bailá’,
Coro: andarele,
vamonó’.
pero cuando no la oigo
pero cuando no la oigo
Coro: andarele,
vamonó’.
me dan ganas de llorá’.
me dan ganas de llorá’.
Coro: andarele,
vamonó’.
El andarele
es de las pocas danzas del repertorio afroesmeraldeño en compás binario
simple (también lo es la polca y una especie de arrullo).
Lindberg Valencia señala al andarele como una pieza que se suele tocar
al final de un festejo; una pieza de “fin de fiesta”, de ahí su estribillo andarele
vamonó’.
Caderona
Forma parte
del repertorio musical y coreográfico de los afroesmeraldeños (también lo hemos
escuchado interpretado por músicos del Chota- Imbabura). Se interpreta con el
grupo de marimba (marimba, cununo, bombo y guazá); las mujeres, en una de sus
variantes, repiten el coro:
Remeniate caderona
caderona, vení meniate
ay! vení meniate, vení meniate,
caderona, vení meniate
caderona, vení meniate
ay! vení meniate, vení meniate,
caderona, vení meniate
La caderona
simboliza la mujer de caderas amplias que puede, en el contexto de un salón
(bar), alejar al varón de su hogar; denota una imagen sexual.
El hombre
canta sus episodios sexuales, alardeando de su gran capacidad de “secar” a las
mujeres, las respondedoras siguen cantando su estribillo: “Remeniate,
remeniate...". También canta sobre la responsabilidad inherente a los
hijos y coplas sobre la virginidad de las mujeres jóvenes. Lo hacen
refiriéndose a la marimba como si fuera una muchacha:
Esta marimba que
suena,
tiene una tecla quebrada,
el mocito que la toca
tiene su hembra preñada.
tiene una tecla quebrada,
el mocito que la toca
tiene su hembra preñada.
Otra copla que
suele formar parte del repertorio de la caderona es:
Señora Juana María
no sea tan escandalosa
que usted también se movía
la cadera cuando moza.
no sea tan escandalosa
que usted también se movía
la cadera cuando moza.
De esta
copla existe una variante registrada en el libro editado en 1892: Cantares
del pueblo ecuatoriano, recopilación de Juan León Mera:
Mamita, no sea
brava,
no dé en ser escandalosa;
también supo usted querer,
mamita, cuando era moza.
no dé en ser escandalosa;
también supo usted querer,
mamita, cuando era moza.
Chigualo, chigualito
Canto de los
afroesmeraldeños interpretado en los velorios de niños, considerados
“angelitos”. En el ritual funerario no se lamenta su muerte, sino más bien se
celebra “su partida a la gloria [de Dios], creyendo así asegurar también el
camino a la gloria de la madrina y de otros familiares”. José Ortiz Urriola en
su cuento Un disparo a las tinieblas, anota justamente una copla
relacionada este asunto:
Angelito, andate
al cielo;
andá a comoponé e camino;
pa cuando vayan p’ allá...
andá a comoponé e camino;
pa cuando vayan p’ allá...
Las coplas que
entonan las mujeres son acompañadas por bombo, cununos, guasás y maracas.
Nació el niño,
nació
Nació el niño, nació
pero Dios se lo llevó
pero Dios se lo llevó.
Nació el niño, nació
pero Dios se lo llevó
pero Dios se lo llevó.
La siguiente copla
nos la dictó el músico esmeraldeño Lindberg Valencia:
Adiós Niñito,
la gloria te está llamando;
adiós angelito,
el cielo te está esperando.
la gloria te está llamando;
adiós angelito,
el cielo te está esperando.
Existió también un
tipo de chigualo de juego: “chigualito”, reunión efectuada preferentemente
en noches de luna, donde se compartían juegos, cantos y bailes de marimba.
Característica principal era la presencia y participación conjunta de niños y
adultos.
Chigualito
lea lea
la papaya
y la badea
ten con ten
dame la flor
del llantén.
lea lea
la papaya
y la badea
ten con ten
dame la flor
del llantén.
También en
este chigualo las personas se ponen en ruedo y juegan "el
florón".
Según un
relato del Sr. Germán Valencia de la zona de Malimpia, la palabra
"chigualiar" significa bailar corriendo en "ocho" (figura
coreográfica), o hacerlo cadenciosamente alrededor de las palmeras, mientras se
cantan versos de esperanza y salvación a los niños muertos. "Vamo' a
chigualiá'" quería decir "vamos a cantarle y bailarle al
angelito", como muestra de alegría por que el niño sin pecado alcanzaba el
cielo.
El chigualo
también es considerado como un canto navideño, una especie de villancico,
presente no solo en la población afro, sino también en la montubia de zonas
litorales de Manabí y Portoviejo. Finalmente, en el chigualo -además de
ser juego y ritual funerario cantado- "... se come y se bebe, se fuma y se
enamora, se canta y se baila profanamente; y sí que en ocasiones, cuidando de
'tapar la cara al Niño' o sin tomarse tal cuidado, salen a relucir revólveres y
puñales homicidas, y, a pocos pasos del churrigueresco altar montuvio, caen
mortalmente heridos algunos de los fiesteros".
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Niños esmeraldeños ejecutando una marimba cromática de teclado doble fabricada por Alberto Castillo. Conservatorio Municipal, Esmeraldas. Foto César Santos. |
Dije ya que en nuestros
días existen algunos músicos que trabajan con empeño porque la música
tradicional afroesmeraldeña continúe traspasando las generaciones. Cada uno ha
hecho esfuerzos por montar escuelas y metodologías de construcción y enseñanza
de la música afro, pero los esfuerzos individualizados a veces no son
suficientes. Será que el Ministerio de Cultura podrá contribuir para formar o
respaldar las Escuelas de Artes Musicales Afroecuatorianas, en el Chota y en
Esmeraldas o será mejor (porque solo el pueblo salva al pueblo) que todos nos unamos
y busquemos una manera de realizar esta tarea, a fin de cuentas estamos
hablando de conceptos supremos de nuestros pueblos: identidad, patrimonio y
música.
Bibliografía principal:
- Cabello Balboa, Miguel. “Verdadera descripción y relación larga de la Provincia y Tierra de las Esmeraldas […]”. En: Miguel Cabello Balboa. Obras. Vol I. Quito: Editorial Ecuatoriana, 1945. p. 18-19
- Cornejo, Justino. Chigualito chigualo (Biografía completa del villancico ecuatoriano). Guayaquil: Universidad de Guayaquil, 1959.
- García, Juan. Instrumentos musicales asociados a ritos afroecuatoriano [mecanografiado].s.l., s.f. ca. años 80’s.
- Guerrero Gutiérrez, Pablo. Entrevista a Lindberg Valencia. Quito, 1996.
- Guerrero Gutiérrez, Pablo. Enciclopedia de la música ecuatoriana. Quito, 2002-2005. 2 vol.
- Márquez, Jéssica. "Folklor musical afroesmeraldeño como recurso para la estimulación temprana". Cauces, No. 2. Esmeraldas: PUCE, Esmeraldas, 1992.
- Ramírez Solís, Carmen. “Danzas folklóricas esmeraldeñas”. En: Identidad, año 2, No. 2, p. 26-30. Quito, 1984.
- Moreno, Segundo Luis. Música en el Ecuador, t. II [mec.]. Quito, ca. 1940.
- Navarro, J.G. “Un pintor quiteño y un cuadro admirable del siglo XVI en el Museo Arqueológico Nacional”. En: Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 94, p. 449- 474. Madrid, 1929.
- Ramírez, Solís, Carmen. “Danzas folklóricas esmeraldeñas”. En: Identidad, año 2, No. 2, p. 26-30. Quito, 1984.
- Stevenson, W[illian] B[ennet]. Historical and descriptive narrative of twenty years' residence in South America. London: Longman, Rees, Orme, Brown and Green, Grapel, Liberpol; & Oliver and Boyd, 1829 (MDCCCXXIX). 3 vol.
- Valencia, Lindberg. Remberto Escobar Quiñónez. Memoria viva: costumbres y tradiciones esmeraldeñas. Quito: Taller de Arte y Cultura Negra Ecuatoriana La Canoita, [1998].
- Whitten, Norman E. Pioneros negros: la cultura afro-latinoamericana del Ecuador y Colombia. Quito: Centro Cultural Afro-ecuatoriano, 1992.
[1] Cuando se percataron de esto,
entonces pretendieron usar la música de las comunidades para inyectar
contenidos colonialistas con textos religiosos católicos.
[2] La última Constitución de la República del
Ecuador usa el término afroecuatoriano para designar al pueblo de ancestro “afro”.
La folklorista Petita Palma cree que la nominación con el prefijo afro (afroesmeraldeños o
afrodesdendientes) es incorrecta: “soy negra ecuatoriana no africana”. Supongo
que ello tiene sentido cuando uno piensa en aquellos sectores conservadores
(mestizos que se creen "blancos de rancia aristocracia") que tienen el sueño de ser reconocidos
como de herencia racial europea, y bien podrían pedir llamarse a sí mismos:
eurodescendientes. Nosotros hemos usado en este artículo la palabra negro y afroecuatoriano
indistintamente, por respeto a ambas posiciones, la de la Constitución vigente
y la de los “negros” que no se piensan africanos sino ecuatorianos. En la
Constitución inmediata anterior a la actual, por primera vez en estos
documentos constitucionales se usan ambos términos: Capitulo 5. De los derechos
colectivos. Sección primera. De los pueblos indígenas y negros o
afroecuatorianos… forman parte del Estado ecuatoriano. De afroecuatoriano se
han hecho derivaciones por localidad, como afroesmeraldeño y afrochoteño,
variantes que no constan en la carta constitucional.
Felicitaciones por el sitio y gracias por rescatar el legado histórico y musical del Ecuador
ResponderEliminarno me sirvio
ResponderEliminarchucha!!!
Eliminargracias ..excelente
ResponderEliminarEsta increíble toda la información!!!! He estado buscando todo lo que has incluido por un largo tiempo. Gracias.
ResponderEliminarMuchésimas gracias por la investigación que sirve a niños, jóvenes como un legado también para futuras generaciones. La verdad nos enriquece ésta investigación.
ResponderEliminarMil gracias Pablo, por tu gran investigación, y por preservar la cultura ecuatoriana.
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