Se confirma que la
compilación Yaravíes quiteños corresponde al músico quiteño
Juan Agustín Guerrero
Fidel Pablo Guerrero
http://soymusicaecuador.blogspot.com/
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En 1993, a cien años de la
primera impresión, reeditamos en Quito la colección de partituras ecuatorianas del
siglo XIX que, con el título de Yaravíes
quiteños, se había publicado en Madrid
en 1883 en las Actas del Congreso de Americanistas. Los Yaravíes quiteños, era una colección de
piezas indígenas y populares ecuatorianas entre las que se incluían sanjuanitos, un jahuay, yumbo, alza, amorfino y obviamente yaravíes.
Bajo mi entusiasta propuesta y contando
con una buena fotocopia del impreso que hallé en el Archivo Jacinto Jijón y
Caamaño[1],
transcribimos las partituras. Participaron en la tarea de reedición César
Santos, Raúl Garzón y Ketty Wong. Hice para esa ocasión un corto estudio
introductorio y César hizo el prólogo.
Para entonces, en torno al músico,
poeta y pintor quiteño Juan Agustín Guerrero (ca. 1816- Quito, 1886), se
conocía de su participación en las sociedades democráticas y de ilustración,
que había sido compositor, profesor de piano y subdirector del primer Conservatorio
Nacional de Música; se contaba con la
publicación en facsimilar que hizo el Banco Central del Ecuador de su Historia de la música ecuatoriana desde su
origen hasta 1875; y, por mi parte, había hallado la fecha de muerte del
artista quiteño, que no se sabía con exactitud y que la encontré en un
periódico de 1886.
La obra pictórica había sido dada
a conocer por varios autores en sueltos, pero fue Wilson Hallo en su libro Imágenes del Ecuador del siglo XIX (1981) quien publicó un álbum con
muchas acuarelas y dibujos de Guerrero.
En el 2010 logré documentar un
par de fotografías de Guerrero. Eran las primeras fotos que mostraban a este
distinguido músico quiteño; las publiqué en la revista musical EDO, N° 7 (Quito, 2010). Los músicos
Carlos Freire y Janneth Alvarado por su parte me habían enviado copias
digitales de un par de obras de este compositor: un valse y un baile popular,
éste último, La cinta azul, dedicado
a los regeneradores, con texto de Ángel Polibio Chaves, quizás creado hacia
1882. Ese era el panorama general de elementos conocidos sobre Guerrero hasta
ese momento.
Retornando a una de las
colecciones pautada más importantes sobre música indígena y popular
ecuatoriana, los Yaravíes quiteños, podemos destacar que hasta hace
unos pocos días aún era un misterio aseverar quién era el real autor de aquella
compilación notada. Si bien había la sospecha de que la tarea la había
realizado el artista quiteño, no existía la certeza o la prueba documental que
demostrara tal aseveración. Nos basábamos –igual que lo habían hecho otros estudiosos
con anterioridad- en lo escrito por el
mismo Agustín Guerrero en su libro Historia
de la música ecuatoriana… en el que apuntaba:
En 1865 llegó a Quito una comisión científica de
España, y entre las muchas curiosidades que recogió, el señor Marcos Jiménez de
la Espada, me mandó coleccionar todas las melodías indianas y populares, para
llevarlas al museo de ciencias naturales de Madrid, quien, al despedirse, me
dijo: “Le suplico no olvide de enviarme todo lo más que Ud. pueda recoger,
porque quiero que el museo no carezca de estas reliquias sudamericanas.”
Sin embargo el escrito no
ratificaba si el envío de partituras se había concretado.
En el diario de la Comisión
española y en la presentación de los Yaravíes
quiteños que se hizo en el Congreso internacional, nada se avisa sobre a quién
le correspondía el trabajo pautado. Marcos Jiménez de la Espada, cuando presentó
la colección tampoco hizo referencia al compilador, por lo que generalmente se
concedía ese crédito a Jiménez, incluso el historiador González Suárez señala esta
compilación como de Jiménez.
Por mi parte, continué rastreando
los originales de Guerrero por largo tiempo. En la red di con una copia que
Jiménez había encargado al músico español Francisco Barbieris en 1882 y que la
Biblioteca Nacional de España había colocado en su portal; esta copia podía
considerarse el documento más cercano a los originales manuscritos. Sin
embargo, en esa copia tampoco se decía nada de Guerrero: “Yaravíes quiteños
(presentados al Congreso de Americanistas de Madrid, 1881, por D. Marcos
Jimenez de la Espada y copiados por F. A. Barbieris. Nota. Estos aires
populares están transcritos con mucha incorrección pero yo los he copiado tales
cuales vinieron del Perú. B.”.
Luego, revisando catálogos de archivos españoles en relación a Barbieris y a Jiménez, finalmente di con un documento, que tenía 0 solicitudes (o sea que nadie lo había revisado) y si bien se mencionaba como publicado en el tomo segundo de las Actas del Congreso Internacional de Americanistas (4º. 1881. Madrid), me surgió la sospecha de que podría tratarse del documento que buscaba pues en la nota general se apuntaba que su soporte era “papel textual ms.”
Hace pocos días (el 10 de agosto
del 2018), a propósito que la hija del músico César Santos viajaba a España se
nos ocurrió pedirle que accediera a los mencionados documentos. Envié a César
los códigos del archivo para que acudiendo allá, su hija pudiera acceder a la
caja correspondiente y fotografiara los documentos. Sin embargo los centros
investigativos de España (y casi de cualquier parte) requieren de cartas y
credenciales investigativas especiales para el acceso. En ese marco, casi dando
por perdida la oportunidad, César escribió una carta a la directora del centro
y ella –gentil y agenciosamente- puso a nuestra disposición la digitalización y
envío de los documentos por correo electrónico, eso sí mencionando que, por
normas del centro, debíamos cancelar un importe si los publicábamos.
Al abrir los archivos de pdf que llegaron,
se pudo constatar que efectivamente los documentos correspondían a la colección
en cuestión y que nuestra búsqueda no había sido en vano. Constaba pues el
nombre de Guerrero como el autor de la compilación.
Desafortunadamente, en ninguna de
las páginas manuscritas de las 24 partituras, existe una fecha que señale la temporalidad en
que fueron enviadas las obras a España. Habrá que seguir buscando documentos
aledaños que nos certifiquen el tiempo de envío, esto en la medida que Jiménez
los presentó más de una década después de cuando hizo el pedido a Guerrero.
Recién los presentó en 1881 en el congreso mencionado y como dijimos se
publicaron en 1883, Mientras el pedido
de Jiménez a Guerrero data de 1865.
El músico español Francisco Barbieris
indica que juntamente con unas cachuas,
los yaravíes quiteños llegaron a España desde Perú.
Pudiera ser que se envió la colección primero al Perú y de allí a España (o que Barbieris confundiera a Quito
como parte del Perú? o que finalmente que su comentario solo se refiriera a las
cachuas peruanas). Sin embargo hay un
indicio que podría acercarnos a la fecha de envío. Se trata de un sello seco
que consta en las partituras, que resulta ser el escudo de la República de
Ecuador que se usaba hacia el último tercio del siglo XX. Tomando en cuenta que
en 1875 Guerrero ya menciona el pedido que hizo Jiménez de la Espada, cabría
suponer que entre 1865-1874 ya se habría enviado la compilación.
El documento nos permite hacer algunas conclusiones generales (que
en otros artículos iremos ampliando), como por ejemplo que el título original
de la compilación de Jn. Agustín Guerrero era:
“Colección
“de Yaravíes antiguos y
modernos
“del Ecuador, incluso las
melodías de los
“indios.
“Recopilados por Jn. Agustín
Guerrero.”
El hallazgo de este legajo finalmente nos permite ponderar
documentadamente que Juan Agustín Guerrero fue el autor real de la colección;
su nombre en efecto consta en la portada
como compilador. Ahora se puede aseverar
-sin reservas- que este trabajo lo hizo Juan Agustín Guerrero, uno de los
importantes músicos ecuatorianos del siglo XIX, quien fue director del
Conservatorio de Música y a quien debemos así mismo el primer esbozo de
historia escrita de la música en Ecuador.
Detalles
de la colección
El legajo contiene 24 partituras
con sus respectivas notas explicativas:
N° 1 El
Masalla
Tono o
yaraví que acostumbran cantar los indios en sus casamientos, a manera de
consejo, a sus hijos.
N° 2 El
Albacito
Yaraví con
que van los indios a despertar a los novios al otro día de casados.
N° 3 El Llanto
Melodía que expresa naturalmente el tono
y sentimiento con que lloran las indias.
N° 4 Yupaichisca
Melodía
en que cantan “El Aldivino” los indios de las haciendas inmediatas a Quito en
todos los días de fiesta a las tres de
la mañana.
N° 5 Canto
que acostumbran los indios de las haciendas cuando están en la siega, a cuyo
compás trabajan.
Ñuca ulpasitulli
Maipi chari tian
Mana ricurcani
(1)Chiungu mi huacan
(1) como el
ch francés [sic., se escribía shungu y ahora shunku]
Traducción
Mi tierna tortolilla
Adonde estará
Pues ya no la encuentro
Y el corazón llora.
N° 6 El
Yumbo
Yaraví
antiguo de los indios y que lo usan hasta hoy en el baile de los Danzantes, en
el pito y acompañado del tamboril.
N° 7 El San Juanito
Baile de los indios de Otavalo, que en
los tres días de la festividad de Sn. Juan Bautista lo usan cada año y con
mucha novedad, tanto en Otavalo como en los demás pueblos de la provincia de
Imbabura.
N° 8
El
mayordomo. De Indios.
N° 9 La
Bartola. Antiguo de indios
N° 10
Doña Lorenza
Yaraví
antiguo de los indios que se conserva con tradición de un suceso
N° 11
Calliman-
llugcixpa. De indios
N° 12
El Cusnico.
Melodía de Indios
N° 13
Cuxnico. De
indios
En sumag palacio, cuxnico
Causajunguimi
Ñuca chaglla guasi, cuxnico
Yuyaringuimi.
Sumag pan de huevo, cuxnico
micujunguimi
Ñuca sara cancha cuxnico
Yuyaringuimi.
Traducción
En rico palacio,
viviendo estarás,
de mi pobre choza
tú te acordarás.
2
Rico pan de huevo
comiendo estarás,
de mi maíz tostado
tú te acordarás.
N° 14
Los Pastores
N° 15
Dn. Jacinto
N° 16
Amor mío. Yaraví
popular.
N° 17
Amor fino-
Baile popular.
N° 18
El desengaño.
N° 19
Cuando me
muera.
N° 20
La
purificadora
N° 21
La robadora.
Popular
N° 22
La parranda.
Baile popular
N° 23
¡Alza que te
han visto! Música de Guayaquil.
[sin número]
Baile de los
indios de la provincia de Oriente del Ecuador.
La última partitura, que no trae número, se encuentra en otro
formato y calidad de papel y pareciera que el punto musical no coincide con el
de Guerrero, podría ser un agregado; consta en su parte inferior escrito el
nombre de “Marcos Jiménez de la Espada”.
Queda claro que Guerrero usó el término yaraví como un genérico para las distintas piezas compiladas en su
colección. De hecho el albacito, el sanjuanito, yumbo, jahuay y otros que son parte de la colección son considerados en la
actualidad como géneros particulares y diferentes al yaraví, pero en su época, con el término yaraví, Guerrero abarcó a
todos ellos.
Este hallazgo documental es una buena noticia para la
investigación musical, a la que hay que sumar que la agrupación pomasqueña “Canto Vivo”, se halla preparando la
grabación de los “Yaravíes quiteños”, para que este registro por fin pueda ser
escuchado por la colectividad ecuatoriana.
Pomasqui, 12 de agosto 2018
[1]
Rolando Campuzano, arpista, me había proporcionado una copia del documento pero
en muy malas condiciones.
Muy interesante y valioso el artículo. ¡Qué importante es la tarea de rescatar el patrimonio americano que está en manos ajenas!
ResponderEliminarDesde Francia les quiero expresar mi admiración por su trabajo tan valioso
ResponderEliminarReciban un muy cordial saludo
Muy bien
ResponderEliminarUn smartwatch o bien relojes inteligentes mujer es un aparato tecnológico de pulsera que tiene funcionalidades que van mas allí de las de un reloj y que hacen de él un dispositivo móvil multifunción. Los smartwatch funciones se pueden acompasar con móviles inteligentes y/o tablets, o bien de modo independiente
ResponderEliminar¿Porque ya no publican nada desde hace 5 años? Deberían seguir trabajando, supongo, aunque su pagina de CONMUSICA está caída y no se puede ver el valioso material musical que tenía.
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