lunes, 31 de octubre de 2011

El alma en los labios en vivo

El alma en los labios en vivo
Por: Fidel Pablo Guerrero

En 1963, invitados por la Liga Ecuatoriana Deportiva, viajaron a los EEUU Gonzalo Benítez, Luis Alberto Valencia y Bolívar Ortiz. Entre el 10 y 16 de agosto de ese año hicieron varias presentaciones en escenarios de la Ciudad de Chicago. De una de esas actuaciones reproducimos el pasillo El alma en los labios del compositor azuayo Francisco Paredes Herrera, quien musicalizó el texto de Medardo Ángel Silva, a poco tiempo de que este poeta se quitara la vida.

Digitalicé -a pedido de Gonzalo Benítez, y pocos meses antes de que falleciera- una cinta de su colección en que se encontraba éste y otros temas (ya dimos a conocer antes El macito). Al inicio podremos escuchar la voz de Luis Alberto Valencia haciendo un saludo a la audiencia y la dedicatoria del pasillo. Habrá oportunidad de dar a conocer otras piezas musicales que el Dúo Benítez Valencia, con el acompañamiento incomparable de Bolívar "El Pollo" Ortiz, hizo en las mencionadas presentaciones. En otro artículo dee este blog: soymusicaecuador.blogspot.com se puede encontrar la partitura de esta apreciada obra del cancionero popular ecuatoriano (véase en el listado Partitura del alma en los labios).

Escuche la grabación:

domingo, 2 de octubre de 2011

El Odio: Transferencias musicales

Transferencias musicales
Fidel Pablo Guerrero

Cuando los registros discográficos empezaron a realizarse sistemáticamente -a inicios del siglo XX-, se dinamizó grandemente la divulgación de música de diversos creadores de varias partes Mundo; incluso se podía escuchar, en los llamados discos de pizarra, “de piedra” o “de carbón”, música de lugares insospechados, entre ellos de nuestro pequeño país. Esas grabaciones ahora – cuando se dispone de ellas - son parte del registro sonoro que presta su servicio al patrimonio cultural, a la musicología y etnomusicología.



Marbete o etiqueta del disco de pizarra con la grabación del pasillo El Odio. Sello Favorite Record. 1-435052. Intérprete Sebastián Rosado. Grabado en Guayaquil, ca. 1912-1913. reproducido en Alemania.

Se grabaron repertorios regionales en distintas partes de América. Era posible escuchar en discos de pizarra a Carlos Gardel, a José Mujica, a Margarita Cueto, a Nicasio Safadi, Alberto Alvarado u otros cantantes de la época que registraron canciones, tangos, pasillos, sanjuanitos, marineras, yaravíes y otros géneros latinoamericanos. Así también como ejemplo se puede señalar la grabación de instrumentos locales, como por ejemplo, en lo que tiene que ver con nosotros, se puede escuchar el rondador, el bandolín y el guitarrón (Manuel Calle, Nicasio Safadi y Francisco Pástor).

Sin duda el intercambio de repertorios se realizaba desde mucho tiempo atrás de manera oral (o en partituras) pero fue con el gramófono y los discos de pizarra, así como con los rollos de pianola, cuando las posibilidades se ampliaron grandemente. Para escuchar una determinada pieza musical no era necesario contar con el músico o el grupo musical que lo hiciera, sino con un aparato mecánico, que tras darle cuerda permitía escuchar una pieza cuantas veces uno quisiera. Otra circunstancia que permitió el registro de discos es que iba creciendo la oferta y la demanda de bienes, servicios y productos alrededor de la industria discográfica, que luego se conformó en un monstro industrial de miles de millones de dólares, en los que no faltaron problemas por derechos de autor, pagos diferenciados a los músicos (blancos y negros o de otras culturas), derechos de propiedad y distribución.

En los marbetes o etiquetas de los discos, se registraba una serie de datos importantes en torno a los contenidos. Se ponía empeño en destacar, eso sí, al intérprete, no tanto al compositor, a menos que éste perteneciera a los clásicos europeos, anglosajones o a un compositor “famoso”; en el caso de los primeros discos de Ecuador, excepcionalmente se colocaba al compositor o al autor del texto en los créditos. No sé si se trataba de una política o restricción intencionada como para desconocer derechos o para dejar invisibles a compositores de países pequeños, o si se podría interpretar que hubo descuido en los productores y en los músicos que proponían y hacían las grabaciones, que se supone desconocían quiénes eran los creadores de las obras que se estaban grabando. Quizá esta es una de las razones por las que –en general- se conoce más los intérpretes que a los creadores.

Para retomar el tema, debemos mencionar que existen en los repertorios musicales, piezas que se movilizan y se asientan en diversas partes a su procedencia original. Esa distribución en las que también tienen que ver los discos, logró que muchas canciones se convirtieran en una especie de melodías viajeras. Esto obviamente había ocurrido desde mucho tiempo atrás, las canciones eran llevadas por cantores errantes, algunas veces anotadas en cancioneros y partituras o en la memoria de aficionados, diplomáticos y comerciantes que gustaban de la interpretación musical; versos españoles se los encuentra en muchas partes de América y formaron parte del coplerío popular, igualmente sucedió desde aquí hacia allá. De este modo es explicable que versos y melodías se hallen en distancias tan amplias, a veces con la misma música y otras ocasiones con diversa música.

Esta movilidad de los repertorio trajo consigo otra circunstancia que es la asimilación de una determinada pieza musical que se podía asentar en comunidades aledañas o lejanas y con el tiempo pasar a ser reconocidas como “propias”; en muchos casos se había perdido o confundido la fuente original.

En Ecuador existe una tonada del compositor Carlos Chávez Bucheli, creada hacia los años 20’s del siglo XX titulada La naranja, y que dice:

La naranja nació verde
El tiempo la amarilló
Tan bonita, tan señora
Tan querida para mí.

En Venezuela se reconocen como canción infantil aquellos versos:

La naranja nació verde
El tiempo la maduró
Mi corazón nació libre
Y el tuyo lo cautivó.

Y en Costa Rica existe como copla folklórica en la Bomba:

¡Bomba!
La naranja nació verde
y el tiempo la maduró;
mi corazón nació libre
y el tuyo lo aprisionó.
uyuyuy mamita ...
(http://damoreschool.blogspot.com/2010_09_01_archive.html )

Otra versión, donde incluso consta autora y compositor:

La naranja nació verde
Letra de María Luisa Carnelli de Castro
Música de Rafael Rossi

La naranja nació verde
y el tiempo la maduró,
cuando me querrás negrita
es lo que pregunto yo,
me dijiste ayer, mañana!
y hoy me dijiste que no!
que naranja más amarga
es la que a mí me tocó!
(http://www.argentinaonline.info/tangos/msg04835.html)

En Colombia, en cambio, hay una versión del Himno Nacional del Ecuador que se canta en un festejo denominado “La danza del paloteo”, de la cual ya dijimos alguna cosa en otra parte del blog. El etnomusicólogo Juan Mullo me envío hace poco un video bajado de Youtube donde consta una pieza peruana con los versos que aquí se cantan como albazo: Como dicen que no se goza…Resulta la mayoría de veces que se tratan de viejos versos que circularon por América desde tiempos remotos y que en el recorrido se perdió el nombre de sus creadores. Así mismo sucede con las piezas de remotos creadores musicales. Solo ciertas ocasiones es factible seguir la pista y llegar a conocer a los compositores originales de una obra en nuestro medio; por ejemplo se sabe que los versos del yaraví Pobre Barquilla –muy popular a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX- pertenecen a Lope de Vega, pero desafortunadamente su creador musical aún es un misterio (José Ignacio Canelos, compositor ecuatoriano, consideraba que esta pieza es de origen colonial).

No es que estemos interesados en buscar los orígenes y autores de una creación por reclamar algún derecho autoral individual o como país, sino porque justicieramente hay que recuperar y colocar en el mapa creativo e histórico a los compositores y autores de una determinada obra; porque históricamente es importante ir organizando una información para comprender el desarrollo de una actividad artística o cultural dentro de un contexto determinado.

Nuestra tarea no tiene la finalidad de "recuperar" una obra -musicalmente hablando-, pues ella, en lo que se refiere a música popular tradicional (anónima) le pertenece a aquel pueblo que la hace suya. Aquí interesa esencialmente conocer que en la dinámica cultural de los pueblos existen transferencias que movilizan la "propiedad cultural", que conlleva un "traspaso de propiedad" de una comunidad a otra, comunidad que llega a considera a una obra como suya por uso o recreación continua. Por eso creemos que en las piezas musicales tradicionales de antigua data no deben dominar criterios de derechos o acusaciones de plagio.

Del vals al pasillo, del pasillo al vals: El odio

La mayoría de investigadores consideran que el vals europeo, cuando se asentó en estas regiones, dio origen al pasillo en la llamada Nueva Granada, conformada por Colombia, Venezuela y Ecuador. Desde su ingreso el vals fue sufriendo mutaciones y aparecieron versiones locales como el valse al estilo del país, el vals granadino y el vals criollo. Es factible que como una variante de esas vertientes surgió el pasillo, género que en nuestro país destronó al vals y se convirtió en uno de los géneros representativos de la cultura mestiza.

Entre las piezas musicales registradas en Ecuador en las primeras épocas de las grabaciones pioneras, allá por 1912-1914 se grabó un pasillo con el título de El Odio. La pieza se registró para el sello Precioso de la Favorite Record, una marca alemana que tuvo su concesionario en Guayaquil en la empresa Encalada y Cía. El registro se realizó con un equipo móvil en la ciudad de Guayaquil y su impresión se efectuó en Alemania en donde se localizaba la fábrica de la mencionada casa discográfica. El marbete o etiqueta del disco apunta como intérprete a Sebastián Rosado y en cuanto al género se señala se trata de una canción ecuatoriana (Ecuador song). Tras escuchar la pieza se puede identificar que se trata de un pasillo.

Cuando se oye la grabación inmediatamente se reconoce la música y el texto que hemos escuchado tantas veces:

Ódiame por favor yo te lo pido,
ódiame sin medida ni clemencia…
Ciertamente, es el mismo texto y música del vals -muy conocido- que se acredita al músico peruano Rafael Otero como su autor y compositor. Esa afirmación es errada.

Quien quiera contradecirnos podría argüir que nosotros no poseemos la fecha exacta del primer registro de la Favorite, que solo disponemos de una aproximación; sin embargo hay que señalar que existe otra grabación que fue hecha -según el catálogo del sello Victor- en el año de 1913 por el dúo Rodolfo Martínez y Alfonso Dougard. Hemos recopilado ambos discos, el primero de Favorite y el de 1913; con estos documentos podemos ratificar primeramente que la pieza musical El Odio, inicialmente fue un pasillo ecuatoriano y luego que su compositor no puede ser el Sr. Otero pues, para entonces –cuando se lo grabó- ni siquiera había nacido (Esta información ya la dimos a conocer en una publicación que hiciera el Museo de la Ciudad en el año 2005).

Lo expuesto nos permite visualizar otra circunstancia, un claro ejemplo de transferencia musical, en cuyo proceso como lo hemos dicho surgen nuevos "dueños", que pueden estar representados por individuos o por una comunidad, quienes por tiempo y calidad de uso de un producto cultural llegan a hacerlo suyo. Éste como cualquier otro caso de trasferencia cultural no admite reclamo, pero sí aclaración para conocer sus fuentes (Seguramente si se intenta regrabar El odio en la versión original de pasillo para incluirlo al cancionero ecuatoriano actual, difícilmente se sobrepondría a la versión de vals peruano).

Sobre su texto queda mucho por decir. El investigador guayaquileño Wilman Ordóñez tuvo la gentileza de regalarnos una copia de una colección de canciones antiguas, realizada por Carlos A. Avilés y reunidas en un manuscrito que terminó de escribir en Puná en el año de 1946; las letras de las piezas musicales que incluye este cancionero datan de entre 1885-1930, aproximadamente. No sabemos con certeza de dónde apuntó el compilador la colección de textos de canciones, pero entendemos que lo hizo de cancioneros de fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, y quizá también de discos de pizarra del primer tercio del siglo XX. El cancionero está dividido por géneros: romanzas, nocturnos, mazurkas, pasillos, etc. Muchas piezas tienen registrados los años de su aparecimiento; por ejemplo, para situarnos en el tema que estamos tratando, en el texto del pasillo El odio, se apunta la fecha: 1908. Pasamos pues a transcribir ese texto según consta en el documento:

El Odio
Pasillo
1908
Ódiame por piedad yo te lo pido
Ódiame sin medida ni clemencia
Odio quiero más que indiferencia
Pues que el odio hiere menos que el olvido.

Yo quedaré si me odias convencido
De que me amaste ayer con insistencia
Porque es cierto de que en la existencia
Tan solo se odia lo que se ha querido.

Qué vales tú más que yo hembra orgullosa?
Vales lo que tu carne blanca y dura
Pues al cabo, en el seno de la fosa,
Llevaremos la misma vestidura.

Yo que rompí la lid de la victoria
Premio de vencedores obtenido
Después de un “de” que indica pertenencia
A lo sumo llevarás otro apellido.

(Fuente: Avilés R., Carlos A. Colección de canciones antiguas, copiadas por Carlos A. Avilés R., comenzada en Balao en las vacaciones de 1945 y terminado en Puná el domingo 24 de febrero de 1946 [manuscrito-fotocopia]. Balao, Santa Elena, 1945-1946.).

Ahora -para establecer comparaciones- vamos a transcribir el texto según uno de los discos de pizarra ya reseñados. Hay que señalar que por el excesivo ruido que tienen los discos (por su antigüedad y uso), no resulta tan sencilla la transcripción, por eso uno de los versos no lo hemos podido escribir completo.

Odio
Canción
Intérprete: Sebastián Rosado
Disco Favorite - Precioso Record 1-435052

I. Ódiame por piedad yo te lo pido
Ódiame sin medida ni clemencia
Odio quiero más que indiferencia
que el rencor hiere menos que el olvido.

II. /Yo quedaré si me odias convencido
De que me amaste ayer con insistencia
Porque es muy cierto de que en la existencia
Tan solo se odia lo que se ha querido
./. (bis)

III. /Qué vales más que yo niña orgullosa?
Vales lo que tu carne blanca y dura
Pero al fin, en el seno de la fosa,
Llevaremos la misma vestidura
./ (bis)

Bis II

IV. De amores y odios [……, ilegible] solo te pido
Mi espantosa vida y compañera
Fue una pobre mujer, una cualquiera
Y a mi vida y amor partió conmigo.

V. Ahora que tengo mi triunfo asegurado
Me aconsejan que te bote de mi lado
Y una mujer así deshonra y calla
/pero el triunfo no autoriza entre canallas/ (bis).

(Fuente: Odio [disco de pizarra]) / Sebastián Rosado. Disco Favorite Record AKT-Ges. Linden. Precioso Record 1-45052. “Ecuador song”).

Ahora trasladamos el texto de la grabación de disco de pizarra que hiciera el dúo ecuatoriano Martínez- Dougard en el Perú, registrado en el sello Victor y grabado en el año de 1913 (9/13/1913), conforme consta en el catálogo de este sello (http://victor.library.ucsb.edu/index.php/matrix/detail/600003350/L-250-El_odio). Nos percataremos que el texto tiene otra estrofa diferente y que no cuenta con dos de las estrofas que constan en la grabación de Favorita Record:

El Odio
Pasillo
Dúo Rodolfo Martínez- Alfonso Dougard
Disco Victor 65726-A

I: /Ódiame por piedad yo te lo pido
Ódiame sin medida ni clemencia
Odio quiero más que indiferencia,
que el rencor hiere menos que el olvido/ (bis).

II: Yo quedaré, si me odias, convencido
De que me amaste ayer con insistencia
pues estoy cierto de que en la existencia
Tan solo se odia lo que se ha querido.

III: Qué vales más que yo niña orgullosa?
Vales lo que tu carne blanca y dura
pero al cabo, en el seno de la fosa,
Llevaremos la misma vestidura.

Más si tú en la lid de la victoria
Premio de vencedor has obtenido
Después de un “de” que indica pertenencia
A lo sumo llevarás dos apellidos.

(Fuente: El Odio (pasillo) [disco de pizarra]/ Dúo Rodolfo Martínez- Alfonso Dougard. Disco Victor 65726-A. “Ecuatoriano Dúo con guitarra”).



Etiqueta del disco con el pasillo El Odio. Intérpretes: Dúo Martínez-Dougard. Registro hecho por la Victor en 1913.


Pensábamos que con estos ejemplos tendríamos ya una idea cabal de las modificaciones textuales del poema, sin embargo, había una sorpresa más que gratamente nos fue puesta a disposición por la investigadora María Barrera, quien actualmente está haciendo un trabajo en torno a Dolores Veintimilla y que ha tenido la gentileza de enviarme un importante hallazgo en relación a la letra de El Odio; pues se trata del soneto Último ruego, que es pieza literaria de Federico Barreto, la misma que se publicó en 1903.

Ódiame, por piedad, yo te lo pido…
¡Ódiame sin medida ni clemencia!
Odio quiero yo más que indiferencia.
El rencor hiere menos que el olvido.

Yo quedaré, si me odias, convencido
De que me amaste ayer con insistencia,
Pues estoy cierto de que en la existencia
Tan solo se odia lo que se ha querido.

En pago de esta saña desmedida,
Te daré el alma y esta misma vida
Que tu desdén, a pausas, me arrebata…

¡Te daré todo lo que tú apetezcas!
¿Qué más quieres de mí? Ya ves, ingrata,
¡te ofrezco el alma porque me aborrezcas!

Federico Barreto. Tacna 1903.
He ahí uno de los autores del texto. Y decimos que es uno de los autores pues, así mismo localizó otro texto, del que también se tomaron unas estrofas, las que pertenecen al poeta colombiano Guillermo Valencia:

¿Que vales más que yo? !Tonta, orgullosa.
Vales lo que tu carne blanca y dura.
Los dos, al fin, entre una humilde fosa
vestiremos la misma vestidura.

Y cuando yo descanse en el osario,
fatigado del mundo y del perverso,
papeles revolviendo un anticuario,
quizá encuentre mi nombre al pie de un verso.

Mientras tú, que en la lid de la existencia
palma de vencedor has obtenido
después de un
de que indica pertenencia
llevarás a lo sumo otro apellido.

Como se puede apreciar en base a ambos textos se hizo la musicalización de El Odio.

Ahora escuchemos la música de cuando El Odio era pasillo en sus dos grabaciones.

Audio 1: Odio

Audio 2: El Odio