martes, 30 de septiembre de 2014

El pasillo ecuatoriano

El pasillo ecuatoriano, un resumen histórico breve

Fidel Pablo Guerrero


En el I Encuentro Internacional del Pasillo en América (Quito, 1995) se llegó al consenso de que las raíces del pasillo se hallaban en el vals europeo; éste último al venir a América  a fines del siglo XVIII fue adaptándose en el medio y dando paso a que surgieran modelos locales. Cuando Bolívar entró a Quito, en 1822, se sabe que las tropas se acompañaban con dos valses; así era la preeminencia de este género en aquella época.
“Este valse y el siguiente tocaba la tropa cuando Bolívar entró a Quito”. Compilación: Fidel Pablo Guerrero.


Apareció así en la llamada Nueva Granada el valse granadino, posteriormente el valse al estilo del país y finalmente el que terminaría denominándose vals criollo. Se entiende que como una variante de algunos de esos valses fue –en tiempos de la Nueva Granada o  de la Gran Colombia- constituyéndose el pasillo en los territorios que hoy corresponden a Venezuela, Colombia y Ecuador, tres países con banderas de los mismos colores y un mismo género, por lo cual nosotros proponemos se designe al pasillo como el Género Musical Bolivariano.

Fragmento de una partitura de la época independentista, titulado Valse granadino. Quito, s. XIX.


Lo expuesto permite señalar que el pasillo es primero latinoamericano, pero también venezolano, colombiano, ecuatoriano y de donde fueron surgiendo variantes o emulaciones posteriores: Costa Rica, Panamá, Perú, Chile, Argentina, Cuba, México, etc. En cada comunidad fue adquiriendo sus propios matices musicales. Los pasillos se tocaban con guitarras, requintos, bandolines, bandolas, tiples, e incluso en marimbas u otras conformaciones instrumentales de cada país, lo cual también le daría sus características diferenciadoras en contenidos, timbre, velocidad y estilo.

El pasillo ciertamente, en el siglo XIX, era una danza de salón que formaba parte del repertorio de los sectores burgueses. De Colombia vendrían  pasillos de danza como El dime que si, El no me da la gana, Uña de pava y pasillos con cierto tinte político como Los expatriados. El escritor quiteño Alejandro Andrade Coello, piensa que el pasillo fue introducido al Ecuador en la década de los 70’s del siglo XIX; dice que luego que llegó el pasillo colombiano Los expatriados, el compositor Aparicio Córdoba compuso su pasillo Los bandidos, el cual considera el primer pasillo ecuatoriano. Por nuestra parte, en los años 90’s tuvimos la suerte de documentar y publicar la partitura de dicho pasillo.

 
Primera página en una de las versiones que hemos encontrado del pasillo Los bandidos del compositor quiteño Aparicio Córdoba. Foto-composición: Pablo Guerrero.

Otro de los creadores pioneros de pasillos es Carlos Amable Ortiz (Reír llorando es su logro más conocido), quien por su parte compuso su primer pasillo, en 1881 y lo tituló La Patria en el Ecuador (“Dedicado al Sr. Cmte. Javier Guevara”). Córdoba, Ortiz, Antonio Nieto y un joven de apellido Ramos serían los primeros compositores de pasillos en nuestro medio que, de acuerdo a ciertas crónicas, se hacían inicialmente emulando a los pasillos colombianos. En Guayas compositores como Casimiro Arellano, Juan Bautista Luces y Antonio Cabezas son creadores de los antiguos pasillos de danza, que tenían la velocidad necesaria para ser bailados.  

 
Retrato del compositor Carlos Amable Ortiz y su primer pasillo, opus 18: La patria en el EcuadorFoto-composición: Pablo Guerrero.

De manera complementaria, al menos una década  antes de que feneciera el siglo XIX, fue surgiendo en nuestro medio un pasillo que tenía al texto como protagonista, fruto de lo cual, quizá, fue disminuyendo su velocidad interpretativa, para lograr mayor dramatismo y expresión sentimental con la letra. Cuando se impuso el pasillo cantado, el pasillo de baile fue bajando su producción hasta prácticamente desaparecer. El pasillo con canto más antiguo que hemos documentado es el que pertenece a Francisco Ramos titulado Mis lágrimas (o Los ayes), que dice: Son los ayes de un amante, que despechado llora su perdida esperanza...

En el Ecuador del siglo XX el pasillo cantado llegó a ser el de mayor preponderancia, en detrimento del pasillo de baile. Hay que decir  también que existió un pasillo de reto (de enfrentamiento entre cantores rivales), del cual solo hemos podido consignar un ejemplo El caballero, el cual, la  madre de la investigadora especialista en el pasillo Wilma Granda, la Sra. Lidia Noboa, lo recogió con el título de Petita Pontón.

Mis lágrimas (también consta en otras partituras como Los ayes). Foto: Pablo Guerrero.


Pudiera ser que el pasillo empezara a cantarse toda vez que el  yaraví -que era la canción por antonomasia de la América indígena y mestiza-, empezó a debilitarse y precisaba un relevo, fue entonces que se probó primero con la habanera que era una danza de moda en el s. XIX y se la transformó en canción (como Van cantando por la Sierra) pero finalmente no logró imponerse y se buscó una alternativa de algún género más actualizado, que frente al antiquísimo yaraví se prestará mejor para expresar los sentimientos y la palabra cantada; surgió así el pasillo con texto que nosotros llamamos “pasillo yaravizado”.

El musicólogo Segundo Luis Moreno (1882-1972), en este sentido, asienta sobre el pasillo en 1937: “... esta danza criolla, que es en la actualidad la más difundida en nuestro país, ha ido cambiando de carácter, y del modelo original no le queda sino el nombre. Elegancia, variedad, alegría ha perdido por completo; y ha moderado tanto el movimiento, que ahora no es otra cosa que yaraví del género criollo: vulgar, monótono, lúgubre. Ha tomado un aspecto característico, es verdad; pero ¡qué aspecto... tan infeliz!...”  

Con frecuencia escuchamos aquella referencia de que el pasillo es “muy triste” (descartando el tiempo de cuando el pasillo se bailaba), sin embargo cuando las personas escuchan un blues no se hacen problema por el drama o la tristeza contenidos en aquel género norteamericano. La indigenización del pasillo o como nosotros lo llamamos, pasillo yaravizado,  le significó prejuicio y acusaciones de ciertos sectores que lo señalaban como  pasillo triste, tabernario, lloriqueante, pasillo de poncho, que nos parecen criterios que obedecen más que a una crítica sobre  la calidad técnica o estética de las piezas,  a un pensamiento colonizado y racista.

Pasillos ha habido con textos “académicos” o de vates continentales (Nervo, Darío, Neruda), de románticos, modernistas, poetas locales y regionales (Julio Flores, Medardo A. Silva, Félix Valencia, Arturo Borja, Ernesto Noboa Caamaño, etc.), como con letras de ilustres desconocidos en cuyos textos algunos puristas pretenden encontrar el tropiezo gramatical o la falta de ortografía, como si eso haría menos a una pieza musical con la que se halla identificada un pueblo; basta mencionar al El aguacate cuyo texto no se destaca precisamente por su calidad lírica y sin embargo de gusto enraizado que forma parte del acervo pasillero hasta nuestro días, y esto sucede, a nuestro parecer, porque a pesar de todo tienen en su sentido creativo general: “arte”.

También los músicos que tenían urgencias poéticas musicalizaron sus propios sonetos o letras con más o menos “inspiración” (Evaristo García, Carlos Rubira Infante, Víctor Manuel Valencia, Gerardo Guevara, Luis H. Salgado, etc.). Lo que sí se podría destacar es que desde 1917-1919, aproximadamente, cuando empezó a usarse poesía -“decapitada” o no, en soneto o no-, se logró un pasillo poético de alcances artísticos en lo musical y lo textual. En 1917 Carlos Amable Ortiz creó su pasillo Un solo beso con poesía de Manuel M. Flores y en 1919 Francisco Paredes Herrera compuso el Alma en los labios con poesía de Medardo Ángel Silva.

Portada de la partitura El alma en los labios del compositor cuencano  Francisco Paredes Herrera con texto de Medardo A. Silva.

Resumiendo, el pasillo en el siglo XIX fue un género musical ciudadano imbricado inicialmente en los sectores burgueses. Con el paso del tiempo su uso se fue ampliando a sectores subalternos, fue entonces precisamente que el sector acomodado dejó de interesarse en él y buscó otras danzas de moda  que a principios del siglo XX llegaban de Norteamérica: fox trot, one step, charleston, dixi, camel, etc.  

Cuando la población llana se apropió de este género naturalmente le imprimió su personalidad sonora y fue eso precisamente lo que permitió al pasillo fundamentarse como un género “auténticamente ecuatoriano” y de ello dependió luego su sobrevivencia hasta nuestros días. Como táctica de sobrevivencia los cultores del pasillo fueron fusionando y adaptándolo con otros estilos, por ello tenemos pasillos “clásicos”, pasillos abolerados, pasillos “yaravizados”, pasillos rocoleros y en la actualidad hasta pasillos tecno. La capacidad de adaptación del pasillo y su extensión en el tiempo ha sido asombrosa, pues si se toma en cuenta lo dicho por algunos investigadores, que el pasillo empezó a generarse al menos a mediados del siglo XIX, habría sobrepasado los 150 años de edad, lo que nos dice mucho de la preferencia por este género. Solo algunos súper géneros locales como el sanjuanito o el yaraví lo sobrepasan en tiempo de uso.  

Portadas de varios pasillos impresos: Soñarse pobre de Antonio Cabezas (Guayaquil); Sentirse solo de Cristóbal Ojeda (Quito); El montubio de Nicasio Safadi (Guayaquil); y, Opio y ajenjo de Victor Manuel Valencia (Pichincha). Compilación y fotos: Pablo Guerrero.


En forma general se puede aseverar que el pasillo de la Costa y el de la Sierra es el mismo, así como es el mismo ritmo característico de acompañamiento en ambas regiones y en gran medida lo son también las estructuras armónicas. Incluso las instrumentaciones pueden ser similares, pero cada pueblo o comunidad tienen sus manifestaciones y expresiones que se van constituyendo culturalmente en un sello particular. En esto mucho tienen que ver las expresiones y conductas culturales. Si bien se puede decir que el pasillo costeño es un tanto más rápido, lo cual es verdad, eso no es suficiente característica para diferenciarlos. Son los modos culturales propios, acentos e inflexiones del lenguaje musical y textual que marcan mayormente las diferencias musicales. La única manera de notar dicha sutil diversidad en un mismo género, es conviviendo con el pasillo, escuchándolo, investigándolo, o estando en cercano contacto con las comunidades donde se producen esos elementos culturales. 

Si bien se puede denominar al pasillo como el gran género mestizo de la música popular, no hay que olvidar que  somos parte de un país diverso, donde el pasillo nada significa para los pueblos Shuar, Achuar o entre los Cofanes. Julio Jaramillo o Luis Humberto Salgado, signados como los más grandes representantes de la música popular y académica respectivamente, no significan gran cosa para las comunidades antes dichas o para los pueblos afroecuatorianos, no solo porque no los conocen o porque ha habido poco información o divulgación de ellos, sino sobre todo porque cada pueblo tiene su propia dinámica en donde se mueven distintos valores y necesidades culturales.

Bibliografía



Agui­lar Váz­quez, Car­los.  “El pa­si­llo”. En Obras com­ple­tas  Pro­sa vol. 3., p.  502-504. Qui­to: Fray Jo­do­co Ric­ke, 1972.

ÁÑEZ, Jor­ge. Can­cio­nes y re­cuer­dos, 2ed. Bo­go­tá: Edi­cio­nes Mun­dial, 1968.
       Véa­se: Qui­to, Tea­tro Su­cre,  pa­si­llos, p. 101. Véa­se tam­bién la par­ti­tu­ra de Flo­res ne­gras.

CA­RRIÓN, Isa­bel V. An­to­lo­gía del pa­si­llo ecua­to­ria­no. Cuen­ca: [s.e.], 1986 [En el lo­mo del li­bro 1975?]. 445 p.
       Tex­tos de pa­si­llos.

GRAN­DA No­boa, Wil­ma. “El pa­si­llo: Ojos glau­cos y dor­mi­dos.. .”. En: La lie­bre ilus­tra­da, Su­ple­men­to de El co­mer­cio, No. 152. Qui­to, 1 de no­viem­bre, 1987.

GRAN­DA No­boa, Wil­ma. “La his­to­ria de un pa­si­llo: Do­ña Pe­ti­ta Pon­tón”. En: El Co­mer­cio. Qui­to, 21 de ju­nio, 1992.  3C.

GRAN­DA No­boa, Wil­ma. El pa­si­llo: iden­ti­dad so­no­ra. Qui­to: Con­mú­si­ca, 2004.

GUE­RRE­RO Gu­tié­rrez, Pa­blo. Bi­blio­gra­fía mu­si­cal ecua­to­ria­na. Qui­to, iné­di­to, 1982-1994.
       Con­tie­ne tres mil fuen­tes do­cu­men­ta­les, mu­chas de ellas en tor­no al pa­si­llo.

GUE­RRE­RO Gu­tié­rrez, Pa­blo. El pasillo en Ecuador. Estudio.  Qui­to: Conmúsica, 1996.
       Estudio histórico del pasillo ecuatoriano. Incluye varias partituras antiguas.

Mo­re­no, Se­gun­do Luis. "La mú­si­ca en el Ecua­dor". En: El Ecua­dor en cien años de in­de­pen­den­cia: l83O-l93O / Gon­za­lo Ore­lla­na, edit., t. II, p. l87-276. Qui­to: Im­pren­ta de la Es­cue­la de Ar­tes y ofi­cios, l93O.
       In­clu­ye la par­ti­tu­ra del To­ro ra­bón.

MORENO, Segundo Luis. “Ha fallecido un compositor de pasillos”. En: El Mercurio. Cuenca, martes 26 de octubre, 1937.

MOR­LÁS Gu­tié­rrez, Al­ber­to. Flo­ri­le­gio del pa­si­llo ecua­to­ria­no. Qui­to: Edi­to­rial Jo­do­co Ric­ke, 1961. 468 p.
       Im­por­tan­te re­co­pi­la­ción bio­grá­fi­ca de mú­si­cos crea­do­res de pa­si­llos. In­clu­ye los tex­tos de un gran nú­me­ro de pa­si­llos ecua­to­ria­nos.

MOR­LÁS Gu­tié­rrez, Al­ber­to. Flo­ri­le­gio del pa­si­llo ecua­to­ria­no [me­ca­no­gra­fia­do]. Qui­to, [s.f.]. 
       Im­por­tan­te re­co­pi­la­ción bio­grá­fi­ca de mú­si­cos crea­do­res de pa­si­llos. In­clu­ye los tex­tos de un gran nú­me­ro de pa­si­llos ecua­to­ria­nos. Me­ca­no­gra­fia­do, co­rre­gi­do y au­men­ta­do.

Na­ran­jo. Jai­me. Edu­ca­ción Mu­si­cal, ci­clo bá­si­co de en­se­ñan­za se­cun­da­ria, li­bro I. Am­ba­to: [s.e], 1978.
       Pa­si­llo, p. 51-52.

Nú­ñez, Jor­ge. "Pa­si­llo: can­ción del de­sa­rrai­go". En: Cul­tu­ra, vol. III, Nº 7, de ma­yo-agos­to, p. 223-230. Qui­to: BCE, 1980.

Nú­ñez, Jor­ge. "El pa­si­llo: Una mu­jer en­tris­te­ció mi vi­da o no­so­tros tam­bién te­ne­mos co­ra­zón". En: Guía de la mu­jer, p. 74-76. Qui­to: Cen­tro Ecua­to­ria­no pa­ra la Ac­ción y Pro­mo­ción de la Mu­jer, 1986.
       Pa­si­llo y ma­chis­mo.

Pa­re­des Rol­dán, Ana. Fran­cis­co Pa­re­des He­rre­ra: su vi­da y su obra 1891-1952. Cuen­ca: Im­pren­ta Mon­sal­ve Mo­re­no, 1991. 148 p.
       Es­tu­dio bio­grá­fi­co, cro­no­lo­gía y aná­li­sis mu­si­cal de al­gu­nas obras de es­te com­po­si­tor cuen­ca­no. In­clu­ye par­ti­tu­ras.

"El pa­si­llo: eter­na ago­nía". En: Hoy. Qui­to, 17 de mar­zo, 1990. 3-C.
       En­tre­vis­ta a Her­nán Iba­rra y a Car­los Frei­le.

"El pa­si­llo so­bre­vi­ve con cam­bios: el gé­ne­ro em­ble­má­ti­co del Ecua­dor bus­ca nue­vos con­te­ni­dos". En: El Co­mer­cio. Qui­to, 7 de ju­lio, 1995. C1.

Rie­del, Jo­han­nes. "The ecua­do­rean pa­si­llo: 'mú­si­ca po­pu­lar', 'mú­si­ca na­cio­nal', or 'mú­si­ca fol­kló­ri­ca'?". En: Re­vis­ta de mú­si­ca la­ti­noa­me­ri­ca­na, vol. 7, No. 1, spring-sum­mer, p. 1-25. Aus­tin, Te­xas, 1986.
       Es­tu­dio musicológico.

RUS­SO, Freddy. “Can­ción y co­mu­ni­ca­ción: el pa­si­llo ecua­to­ria­no”. En: Di­ners, año IX, No. 75, de agos­to, p. 62-66. Qui­to: Di­ners Club del Ecua­dor, 1988.
       Apro­xi­ma­ción de aná­li­sis si­co­ló­gi­co del pa­si­llo.


Vi­lla­cís Mo­li­na, Ro­dri­go." Qué ha­cer con el pa­si­llo" En:  SYT­SA, año V, No. 5, de abril, p. 37-39. Qui­to: Sin­di­ca­to de Tra­ba­ja­do­res de Sa­nea­mien­to Am­bien­tal, 1989.

sábado, 6 de septiembre de 2014

El jazz en Ecuador (I)

Identidades de fusión: el fox incaico ecuatoriano 


Fidel Pablo Guerrero

El hombre y la música nacieron en África.




Portadas de partituras: Hello Charley del compositor guayaquileño Pedro Cordero. ca. años 20’s; y, Rimini llacta rimini de Francisco Paredes Herrera, ca. años 30’s. Archivo Equinoccial de la Música Ecuatoriana.


En el siglo XIX algunas personas ya señalaban el crecimiento económico y presentían  la incidencia que tendrían los Estados Unidos en el Mundo, entre ellos el mismo Libertador Simón Bolívar. Sin embargo dentro de aspectos musicales fue solo hasta fines del siglo XIX cuando se hicieron sentir las expresiones sonoras del país norteamericano. La primera señal fue el ingreso a países latinoamericanos del llamado vals Boston, un vals similar al europeo, pero de movimiento muy lento. El vals Boston tuvo alguna presencia en nuestro medio sobre todo en los compositores académicos: Sixto María Durán y Carlos Amable Ortiz compondrían algunas piezas dentro de este modelo.


Luego vendrían las grabaciones de discos y los fonógrafos que se dispersarían por el mundo entero, de tal suerte que a  inicios del siglo XX, fue cuando la oleada musical mostró su potencial de difusión a través de estos mecanismos. Desde la nación norteamericana llegaron géneros rítmicos, que los pobladores blancos de ese país comercializaban, pero cuyo origen estaba más bien en los sectores de la excluida población negra. Así el  one step, el two step, el camel trot, el shimmy, el charleston  pondrían a bailar a los sectores acomodados de nuestro medio. Sin embargo el que más huella dejó de todos los géneros norteños fue el fox trot, cuya traducción vendría a ser el paso del zorro o el trote del zorro. Este género que puede considerarse como una especie de jazz primitivo llegó a nuestro país para quedarse. Para la segunda década del siglo XX el fox trot era de lo más popular en nuestro medio. Su huella se dejaba sentir en Quito en músicos como Sixto María Durán,  Ángel Honorio Jiménez, Ricardo Becerra y otros incluso más jóvenes como Luis Humberto Salgado y Víctor Carrera. Pero los más representativos creadores de fox fueron el cañarejo Rudescindo Inga Vélez,  los azuayos Francisco Paredes Herrera y  Aurelio Alvarado, y los guayaquileños Nicolás Mestanza y Nicasio Safadi.

Anuncio de la cerveza Cristal con el tema del jazz. Guayaquil, 1927

El Jahuay, un Incaico de José Rudescindo Inga Vélez, publicado en 1930.

En ese proceso de creación local de este género foráneo fue pasando algo especial, comenzó a mixturarse con elementos locales y los compositores  intencionalmente modificaron sus patrones, introdujeron la pentafonía andina en el discurso melódico del fox trot, y establecieron un patrón rítmico que sería característico, todo  lo que trajo una mutación incluso en el nombre: dejó de ser fox trot para denominarse fox incaico, que procuraba mostrar la mezcla entre lo norteamericano y su recreación con elementos locales; también se usaron otros nombre que no persistieron: fox indiano, o solo incaico.


Un fox trot guayaquileño, dedicado a un equipo de fútbol. 
Del compositor azuayo Aurelio Alvarado su jazz- one step: Mujeres y dollares.

Pasados los años treintas se siguieron creando one, two step y sobre todo fox trot ecuatorianos, pero finalmente, tras algo más de  veinte años en la escena, éstos pasarían al baúl de los recuerdos, como géneros de una moda que no fue tan pasajera; solo el fox incaico permanecería por más tiempo. Para 1928 el compositor Rudescindo Inga Vélez haría su fox incaico “La bocina”, una pieza adaptada de las melodías indígenas que escuchó en el Cañar a los indios. La bocina es un instrumento musical de viento, hecho de caña, que consiste en un tubo largo con una boquilla tallada en cuerno de toro. Hacia 1959 Segundo Bautista creó el fox incaico Collar de lágrimas, pieza musical insignia de los que se fueron lejos del país, de los migrantes. Otra pieza de este género que ha permanecido en la memoria es El Chinchinal de Víctor Ruiz.

Quizá el más emotivo, que siempre arranca lágrimas de la audiencia, es aquel compuesto por el manabita Constantino Mendoza, titulado La canción de los Andes.


Los alcatraces (one step) de Nicolás Mestanza. 
Raza vencida (shimmy-fox) de Francisco Paredes, años 20s y 30’s.


La denominación de fox incaico encontró varios detractores, como el musicólogo Segundo Luis Moreno (1882-1972), quien afirmaba que el nombre era incorrecto por su  incongruencia histórica, pues los Incas jamás habían bailado fox. De todos modos el nombre se impuso y se lo usa hasta nuestros días. Lo que sí sucedió es que este género dejó de ser bailable para pasar al repertorio de melodías cantadas. A muchas de ellas se les imponía títulos de temática indígena: Jahuay, El llanto de la india, Quitus, Alma indiana, Rondador, Inti Raimi, etc. Varias versaban sobre temas como la ausencia y la despedida, en lo cual se pude descubrir  la posible intención  de reemplazar al yaraví que trataba similares asuntos.

Sumac shungulla, fox trot del compositor quiteño Sito M. Durán.

El fox incaico  es – si nos permiten el neologismo- un producto ingro, es decir una mezcla musical de lo indio y lo negro, un género que, pasado el tiempo, volvió a sus orígenes, pues si se introdujo en los sectores acomodados, finalmente pasó a las poblaciones que lo crearon, los excluidos.

Nicolás Mestanza frente a su Mestanza Jazz. Incluye el banjo como parte del instrumental de la orquesta. Guayaquil. años 30’s.

Antes que llegue el rock and roll, el pop y el jazz, fue el  fox el género anglosajón de mayor incidencia en nuestros medios ciudadanos, con la significativa diferencia de que sirvió de matriz para el surgimiento de un nuevo género local.  Si bien ya no se crean fox incaicos en nuestros días, todavía se repiten aquellos que nos dejaron de legado nuestros abuelos a cuyas cadencias supieron crear una identidad de fusión y cuyos ejemplos representativos todavía siguen vigentes en la memoria y en las voces de las presentes generaciones.

Quito, 14 febrero, 2013
(Escrito para la elaboración de un guión de documental videográfico)



Ejemplos de piezas de compositores ecuatorianos de influjo anglo:



  • Hello Charley (one step) / Pedro Cordero
  • El llanto de la india (fox incaico) / Rudescindo Inga Vélez
  • Cuasmal (fox trot incaico) / Carlos Brito Benavides
  • Humbertito (one step) / Cristóbal Ojeda 
  • Fiero ser así (fox incaico) / José I. Rivadeneira
  • Sumac shungulla (fox trot) / Sixto María Durán
  • Black eyes (fox trot) / Sixto María Durán
  • Añoranzas (fox trot) / Leonidas Maya
  • Ayayay! (petit fox incaico) / Salvador Bustamante Celi
  • La canción de los Andes (fox incaico) / Constantino Mendoza
  • Collar de lágrimas (fox incaico) / Segundo Bautista
  • Los alcatraces (one step) / Nicolás Mestanza
  • Hello Mr. Grey (one step) / Francisco Paredes
  • De mis serranías (motivos del Azuay) (fox trot) / Francisco Paredes Herrera
  • Cuitas indianas (shimmy- fox incaico) / Francisco Paredes
  • E. Walter Kemmerer (fox trot) / Eliseo Floril
  • El Jahuay (fox trot incaico) / Rudescindo Inga Vélez
  • Mujeres y dólares (jazz one step) / Aurelio Alvarado Sempértegui
  • Minga indiana (fox trot) / Aurelio Sempértegui


AUDIOS QUE SE INTEGRARON AL PROGRAMA DE RADIO (escúchelos en la siguiente dirección):

  •  AUDIO: A continuación escuchemos el vals boston Nostalgias de Sixto María Durán (1875-1947).
  • AUDIO: Escuchemos el fox trox Vuelve a Guayaquil de Francisco Paredes Herrera.      
  • AUDIO: Seguidamente escuchemos Sumac shungulla, fox trox del compositor Sixto María Durán.
  • AUDIO: Escuchemos el fox incaico titulado El Chinchinal. 
  •  AUDIO. La canción de los Andes, fox incaico de Constantino Mendoza.