jueves, 27 de enero de 2011

Cuasmal

Cuasmal, arqueología de una obra musical


Fidel Pablo Guerrero


Cuando el siglo XIX frisaba su fin, en 1891, nació en la pequeña población de Uyumbicho, en la provincia de Pichincha, quien llegó a ser un distinguido músico: Carlos Enrique Brito Benavides. Su vida la dedicó a la actividad musical; actuó como creador, arreglista y director de banda (como militar asimilado). Entre sus obras más conocidas está el pasillo Sombras, con texto de la poetisa mexicana Rosario Sansores, que lo han interpretados músicos de diversas partes del mundo; es aquel cuyos primeros versos dicen Cuando tú te hayas ido / me envolverán las sombras…; así como suyos también son los pasillos Ojos tentadores, Rosas y Tus ojeras.


Carlos Brito Benavides y su pasillo Sombras. Fotos Archivo Sonoro de la Música Ecuatoriana.

En 1995, cuando sacamos a luz nuestro pequeño Diccionario de Músicos del Ecuador, al Sr. José Benavides Solís -muy aficionado a la música (y quien por cierto no tiene parentesco con el músico Carlos Brito Benavides)- le llamó la atención que en la biografía de este compositor constaba una pieza denominada Cuasmal. Me solicitó información adicional sobre la pieza, pero yo no tenía más datos que el título de la obra; así que nos recomendó darle noticias en cuanto la encontrásemos. Quince años después, a fines del año pasado (2010) que pudimos obtener una copia de esta pieza y por fin pudimos comunicarle el hallazgo.



Flautas globulares u ocarinas de la Fase Cuasmal. BCE.

Conforme nos lo ha informado el Sr. Benavides, Cuasmal es el nombre de un río y un sitio del cantón Montúfar, cerca a San Gabriel (Procerato del Trabajo y Patrimonio Cultural Nacional por la Unesco) constituido por extensiones de terreno cultivables, donde sus habitantes están dedicados a la agricultura y donde se siembra y se cosecha el tubérculo de la papa principalmente; para llegar a Cuasmal se lo hace a través de una pequeña población llamada El Manzano. Así mismo, Cuasmal es el lugar donde se ha rescatado una buena cantidad de hermosas vasijas y -en lo que nuestro campo se refiere- unas increíbles flautas globulares u ocarinas, por todo lo cual su nombre ha servido como extensión para nominar a la cultura arqueológica, conocida como Fase Tuza o Cuasmal, la cual los arqueólogos sitúan entre los años de 1250 – 1532 d.C. Los vestigios hallados refieren que la distribución de esta cultura estaba entre Pasto y Carchi.

Se nos ocurre que el músico Carlos Brito quizá pasó por aquella localidad en su trajinar, cuando era director de banda, y por alguna razón le dedicó su fox incaico que, tomando en cuenta el fallecimiento de músico que se produjo en 1943, conjeturamos que debió ser compuesto hacia los años 20’s-30’s. No hemos encontrado grabada esta pieza musical en discos antiguos, por lo que quizá ahora sea el momento de realizar su registro. Hemos entregado una copia levantada de la partitura a funcionarios del Banco Central del Ecuador, quienes han ofrecido grabarlo con la participación de un buen pianista, así podremos enviar a su fuente de origen para que los pobladores puedan conocer esta obra, la cual piensa el Ing. Benavides debe ser considerada un patrimonio documental de la música para aquella localidad.

Para finalizar diremos que es muy grato poder contribuir con este mínimo aporte, complementando segmentos del rompecabezas histórico, aunque sea, como sucede en la investigación, tras tanto tiempo transcurrido.

Manuscrito de la obra Cuasmal de Carlos Brito.

AUDIO DE CUASMAL: (Para escuchar el audio de esta obra dar click en play y subir el volumen)


Transcripción de la partitura:
(Dar click en el gráfico para ver e imprimir en grande)

sábado, 1 de enero de 2011

Fin de año: Testamento del Indio

Fin de año: Testamento del indio

Por Fidel Pablo Guerrero
soymusicaecuador.blogspot.com
Fotos: Fidel Pablo Guerrero


Hoy se acaba el año
y sin nada para dar
solo viejas canciones
para que puedan bailar.



En 1930 el compositor ecuatoriano Carlos Amable Ortiz (1859-1937) creó la música de un sanjuán titulado El Testamento del indio, que hace referencia al legado que un indígena hace de sus pobres pertenencias a sus herederos. El texto que al parecer fue realizado por un mestizo, tiene una intencionalidad irónica y burlona. Con cierto parecido hay tradiciones, en nuestro medio, en cuyo contexto se elabora también un “Testamento” dejando bienes imaginarios a los deudos del año que fenece.


Muñecos del Año Viejo (Quito-Ecuador). Las leyendas buscan ser graciosas: “Desde el 30 de septiembre el Hospital de la Policía también atiende secuestros”, dice uno de los carteles para referirse al secuestro del Presidente de la República en el Hospital de la Policía.

En Ecuador existe pues una tradición familiar que se realiza a fin de año, el 31 de diciembre, en muchas partes del país y que se llama la “Quema del Año Viejo", a cuyo hecho se suma la lectura del llamado "Testamento del Año Viejo", que es un escrito que hace un recuento de sucesos que se han presentado a lo largo del año (en el país, fuera de él o a nivel familiar) y una serie de legados o herencias a las que “El Escribano” o “El Notario” suele dar un tono humorístico, irónico, de reclamo o de denuncia.

Aunque en menor escala, todavía se puede comprar en la calle -por 25 centavos- “El Testamento Político del Año Viejo” impreso por anónimos autores y con dudosa calidad de contenidos... Ahora con las comunicaciones tecnológicas también tenemos los “Testamentos cibernéticos” que nos llegan por la red…

Testamento 2010
(De la cabeza a los pies)


Comienzo y dejo en herencia
un homenaje bohemio
a Sandro, cantor, en premio
a su artística existencia.
Recuerdo en mi adolescencia
que mis primeros amores
y hasta aún mis profesores
tarareaban sus tonadas.
¡Aunque él se fue, esas baladas
alivian los sinsabores!.

Hablando de desconsuelos
el que ocurrió en Haití
nos dolió como si aquí
ocurriese en nuestro suelo.
No son los gringos consuelo
y aprovechan ese daño
para robarse el titanio
fingiendo ser compasivos.
¡ Ortiga para esos vivos
y para Haití el abrazo!.

Sigue la crisis en Grecia
y se vuelve más aguda:
los ricos piden ayuda
y el Estado los aprecia.
Los desempleos arrecian
y al culpar al inmigrante
lo acusan de ser maleante
mientras engordan a diario.
¡ Les dejo a los millonarios
un banquete con purgante!

El Obama, presidente
dice retirar sus tropas
de Irak, pero deja botas
con cincuenta mil dementes.
De modo que aún sin lentes
puedo ver clara su treta
de proseguir en la teta
del petróleo con los dientes.
¿Qué se ha entregado a su gente?
¡bombas, balas, bayonetas!
(Fragmento del Testamento 2010: De la cabeza a los pies, elaborado por Jaime Guevara "El Cantor de Contrabando", que llegó a nuestro correo electrónico).

El “Testamento” es realizado por uno o más “escribanos” en coplas de tres, cuatro, cinco o más versos, que pueden estar rimados o no, y la temática obviamente puede trata de múltiples variantes – asuntos familiares, políticos, locales, combinados, etc.- que procuran tener visos humorísticos. En su estructura el “Testamento” suele contener tres segmentos definidos.

a. Presentación o saludo, con señas de arrepentimiento:

Ante el notario Cabrera
empiezo dictando
bajo juramento
ya mi testamento.

Pobre he venido
pobre me voy
pero les dejo
todo lo que soy.

Otro:
Ahora que acaba mi vida
quiero dejar repartida
a todos de una en una
mi suerte y mi fortuna.

La herencia que yo les dejo
les servirá como consejo
pues solo shungo* atesoró
este loco, viejo y pendejo.

Shungo: quichua que significa corazón; cariño, en sentido figurado.
b. Desarrollo, en el cual el Año Viejo reparte sus bienes o sus deseos:

Al despedirme mis hijitos
no crean que me he olvidado
a cada uno de ustedes
dejaré más de un centavo.

Almohada de piedra
en la que dormía,
dejó a los borrachos
de mi compañía.

Dejo peinetas
para cabelleras
a que den a todas
mis hijas solteras.

Dos camisas viejas
dejo en el ropero
a que hagan sombreros
mis hijos solteros.

Dos colchones viejos
y cobijas gastadas
para que se tapen
mis hijas casadas.

Dos protectores
y cascos reforzados
para protegerles
a mis hijos casados.

Al gobierno, un manual de orientación
Para que sepan lo que es la revolución;
Recuerden que el tiempo vuela
Y que no están cambiando las cosas
Como cambian en Venezuela:
Aquí, como dice la empanada,
No cambia lo que es nada.

Etc.

c. Finalmente un cierre o despedida, en el que se hace saber que llega su fin y que el Viejo Año va a ser sacrificado:

Mejor hoy que mañana
que del mañana yo no sé
todavía no me muero
y ya tengo mucha sed.
Sirvan trago y la mesa
y a su Viejo vengan a ver
que les ha preparado un gran pavo
para darles de comer.

Camarón con cangrejo
se acabó el Año Viejo
plato de arroz con huevo
viva el Año nuevo.

Otro:
A mi familia, todo lo que he tenido
dos canciones y un bracero
a que se alegren en enero,
con el próximo año venidero.

Me despido con tristeza
de este año devaluado,
pongan el pavo en la mesa
que el testamento se acabado.

Todo llega a su fin
y ha quedado en el pasado,
preparen pues al Viejo
que va ser quemado.



Caretas para el Año Viejo que se expenden en improvisados puestos callejeros (Quito).

Dentro de esta tradición - que se produce no sé desde cuando, quizá desde el siglo XX?- se quema el Año Viejo, representado por un muñeco o monigote hecho de ropas viejas que se rellenan con aserrín o con papel y al que se coloca una careta de algún personaje (ahora hay muñecos muy sofisticados, elaborados de cartón o de fibra y de proporciones descomunales, que emulan con increíble similitud a gran variedad de personajes políticos, presentadores y personajes de televisión, deportistas, entre muchos otros que son parte de la coyuntura nacional e internacional. Producto del intento de golpe de estado en el que participó la Policía, ahora es la primera vez que hemos visto una gran cantidad de muñecos de la Policía Nacional).

Un gran muñeco representado al árbitro ecuatoriano Byron Moreno que fue detenido con un cargamento de droga en EEUU. Quito, 2010.


Banda de Pomasqui. Año Viejo. Pomasqui, 2005.
El muñeco o muñecos son colocados en una tarima o en una especie de casucha hecha de ramas de eucalipto, hojas de palmeras o tablas y se los muestra a lo largo del día con leyendas graciosas haciendo una historia política, de migrantes, de borrachos y de cualquier tema que la imaginación popular alcance a bosquejar sobre un suceso destacado producido a lo largo del año. Varios hombres o niños se disfrazan de “Viudas” del Año Viejo; hombres con brasier, minifaldas y pelucas que solicitan limosna: “una caridadcita para el pobre viejito” en tono tristeza y coqueteo y solicitan monedas a los transeúntes, quienes suelen depositar en una funda de la “Viuda” algunos centavos.


La “Viudas del Año Viejo” que en otro tiempo usaban traje negro para representar el luto, en nuestro tiempo se ven más coloridas.
Cuando falta una media hora para la medianoche la familia se reúne alrededor del “Viejo”, que para ese momento yace tirado en la calle o en el patio de la casa y se lee el “Testamento” (algunos golpean y patean al muñeco por lo mal que les trató el año); la radio está encendida a todo volumen y se escucha a un emocionado locutor que hace el conteo en minutos y finalmente en segundos y cuando son las 24h00 se recibe al Año Nuevo comiendo, bailando y libando – en muchos casos - hasta el amanecer; las familias se abrazan y se manifiestan buenos deseos para el siguiente año. Los jóvenes y niños entonces saltan la llama de los muñecos quemados que previamente fueron empapados de gasolina y –en algunos casos- rellenos de petardos, que aún se usan a pesar de la prohibición. El resplandor de miles de fogatas encendidas casi simultáneas se vislumbran desde lejos en distintos puntos de la ciudad.


La familia se reúne y queman el año viejo. Los niños saltan la llama como parte lúdica del evento.

El Testamento del Indio
En el libro Cantares del pueblo ecuatoriano compilación del literato y político conservador Juan León Mera (1832-1894) y publicado en 1892 consta una pieza titulada El Testamento del indio, una especie de burla a la condición del indígena y a su repartición de bienes. Transcribimos su texto con las respectivas notas aclaratorias que explican los términos quichuas (y que también dejan entrever el pensamiento del compilador, como en aquello de “El pueblo, y aun la gente de valer”):

EL TESTAMENTO DEL INDIO

Este pobre testamento
Que voy aquí a referir,
Lo hizo un indio desdichado
Poquito antes de morir.

Ítem declaro que dejo
Mi alma pecadora á Dios,
Y el cuerpo á la madre tierra
De la que Dios lo formó.

Casado y velado he sido
No más que una sola vez,
Y cuatro hijos Dios me ha dado
En esta única mujer.

Ítem declaro que dejo
Esta triste choza vieja,
Para que vivan mis hijos,
Si mi amo quiere y les deja.

Dejo una cullma[1] que tiene
Más de cuarenta agujeros,
Y un calzón más remendado
Que el calzón de un limosnero[2].

Dejo mi poncho de jerga,
Aunque ya no es sino hilachas,
Y mi sombrero, tan viejo,
Que ya no tiene ni faldas.

Dejo mi shigrita[3] vieja
Y mi puquito[4], aunque roto,
Y también mis maquicaras[5]
Hechas de cuero de zorro.

Lo que son tierras, no dejo,
Porque yo no tengo más
Que el hueco del cementerio
En que me van á enterrar.

Nos parece que el sanjuán de Carlos Amable Ortiz, que mencionamos al inicio de este escrito, es una versión más nueva que la compilada por Mera; he aquí su texto

El Testamento del Indio
Música: Carlos Amable Ortiz
to: N.N.
Este testamento
voy a referir
lo que dijo el indio
antes de morir.

Encomiendo mi alma
a mi taita Dios
y a mi mujercita
mi ollita de arroz.

Hermano Raimundo
téngame cuidado
que mi mujercita
no se bote al mundo.

Hermano Patricio
téngame cuidado
que mis dos hijitos
se den al vicio.

Hermano Jacobo
téngame cuidado
que mis ovejitas
no se lleve el lobo.

Cuatro pollas mamas,
cinco con el gallo
cuidarás hermano
no se lleve el guarro.

En el soberado
tengo tijeritas
de cortar pendencias
de mis mujercitas.

En el tangancito
tengo mi puquito
donde yo comía
chiri porotito.

Hinchando barriga
casi entrego mi alma
llamé mujercita
quien me puso en calma

Detrás de la puerta
tengo un estradito
donde descansaba
el pobre indiecito.

Debajo del cuero
tengo moneditas
para las misitas
que digan, yo quiero.

Adiós mi longuita
ya no me verás
del pobre indiecito
vos te acordarás.

La partitura de El Testamento del Indio (sanjuán) / Carlos Amable Ortiz. Dar click en la imagen para ver e imprimir en grande.


El audio de El Testamento del Indio (sanjuán) / Carlos Amable Ortiz. Versión midi. Dar click en play y subir el volumen.

Hay otra versión del compositor azuayo Francisco Paredes Herrera, cuya grabación la hicieron los Hnos. Valencia. Aquí su texto:
I: /Voy a referir,
voy a referir,
lo que dijo el indio
el rato de morir/ (bis)
II: /Tres hijitos tengo
todos son varones
ellos no conocen
cushmas ni calzón/ (bis)
III: Mandarás a hacer
ollita de arroz
para que la gente
tenga que comer.
IV: /Mandarás a hacer
pondito de chicha
para que la gente
tenga que beber/ (bis).
V: Que vengan mis guaguas
también mi mujer
vengan mis compadres,
mi perro también.
VI: /Voy a entregar
mi alma a mi Taita Dios
y a mi mujercita
la ollita de arroz/ (bis).
Ahora que se acabó el Año Viejo, solo queda por decir que la tradición de la "Quema del Año Viejo", de vieja data –y poco ecológica por cierto-, junto al “Testamento” son expresiones aún vigentes y apreciadas por el pueblo ecuatoriano y mientras sean una fuente de unión familiar, de alegría y una alternativa para reírse del poder de los explotadores, de los que crean desigualdades o de los malos gobernantes serán una válida y persistente herencia de nuestro pueblo.


Notas de Juan León Mera:[1] Camiseta sin mangas, de lienzo ordinario. (Nota de Juan León Mera).[2] El pueblo, y aun la gente de valer, suele entre nosotros incurrir en la falta de llamar limosnero al pordiosero, tomando al que recibe la limosna por el que la da. De algunos años acá, gracias al Breve Catálogo de errores de lenguaje del Dr. Cevallos, á las Apuntaciones del Sr. Cuervo, al Diccionario de Galicismos de Don R. M. Baralt y á otros libros bastante divulgados en el Ecuador; y, sobre todo, al progreso mismo de la cultura, el lenguaje va depurándose en la República, especialmente en la sociedad de viso y en la gente que aspira á mostrarse ilustrada y digna de consideración. (Nota de Juan León Mera).[3] Shigra ó jicra, bolsa de hilo de cabuya, tejida á manera de lo que hoy se llama crochet. Las hay finas y graciosamente la­bradas. Sirven á los indios, entre otros usos, para guardar la mashca (harina de cebada) o el maíz tostado, sobre todo cuan­do van de viaje. (Nota de Juan León Mera).[4] Puco, taza de barro ordinaria. (Nota de Juan León Mera).[5] Mangas de piel cruda que usan los indios en el trabajo. Suelen hacerlas, como lo indica el texto, de la piel del anís, erradamente llamado zorro. El anís, que no he visto clasificado y descrito satisfactoriamente por los zoólogos que conozco, pero que indudablemente lo ha de estar por otros, es un cuadrúpedo bastante parecido en el tamaño y la forma á la sariga, que dicen abundan en el Brasil, y que no es menos común en las serranías del Ecuador, en donde generalmente se le da el nom­bre de raposa (chucha en el idioma de nuestros indios); pero el anís tiene las orejas menos grandes, el hocico menos agudo y la cola cubierta de cerda larga y abundante. Es negro con una faja blanca desde la cabeza hasta la cola; tiene las patas tra­seras cortas y las delanteras algo más largas y armadas de uñas fuertes, con las que escarba la tierra para extraer los gusanos de que se alimenta. Cuando lo persiguen, moja la cola en sus orines, que son de olor acre y pungentísimo, y los esparce. Los indios de la cordillera comen la carne del anís, y emplean los bofes como específico contra la pulmonía, especialmente para preservarse de ella. Por lo que he observado, este remedio no es cosa que merece ser despreciada por los médicos: deberían estudiarlo y hacer esperimentos (sic.) con él. (Nota de Juan León Mera).