viernes, 18 de diciembre de 2009

Músicos en andamio: Música infantil y dependencia

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Músicos en andamio: Música infantil y dependencia

Pablo Guerrero Gutiérrez

Cuando nos proponemos regalar un disco de música infantil de creadores ecuatorianos o una película de similares características a nuestros hijos pequeños, es cuando nos enfrentamos realmente a comprender la circunstancia en que nos hallamos en este campo. La producción sistemática de música para niños, música de niños y música escolar en nuestro medio simplemente es nula. Los trabajos existentes son excepcionales y muchas veces son elaborados con mayor buena voluntad que con los recursos adecuados y aún así se hallan agotados, pues de esas producciones se hace una sola edición y en tiraje corto. Nuestra realidad multicultural -que bien debería ser una ventaja- además hace que esta sea una circunstancia de dificultad añadida para la música infantil.

Los niños de nuestro país que tienen radio, televisión, cable, dvd, cantan las canciones de Barny, Lazy Tawon, Mister Maker y Hi Five y cuando no, terminan como intérpretes de las baladas y piezas adultas de amor y otros temas de moda. Canciones de vaqueros gringos, de perreos discotequeros, adaptaciones de los clásicos europeos como la manoseada Estrellita dónde estás… son las producciones con que crecen nuestros niños para beneplácito de gigantes comerciales que han creado los nuevos mercados, no solo de música, que son direccionados a niños y adolescentes latinoamericanos a través de los medios. No habría problema si se compartiera el espacio con música para infantes producida en nuestro medio y con elementos de nuestra cultura; pero con gran esfuerzo se localiza música infantil hecha en Latinoamérica; y para los que creen que el internet es todo, debo decirles que para que existan productos en el ciberespacio éstos deben primero ser creados y colocados allí. Esta condición, aunque solo analiza una pequeña arista del complejo sistema de mercado capitalista, nos hace percatar de la dependencia a la que nos encontramos sujetos.

Cuando llegaron los saqueadores a colonizar a América (como lo hicieron otros en Asia y África con similares artifugios), nos ofrecían la salvación con una cruz de palo, luego nos ofrecieron la iluminación del conocimiento civilizador con papeles impresos en una máquina usurpada a los chinos, y en tiempos contemporáneos nos ofrecen la libertad del libre mercado a través del consumismo salvaje. Detrás de cada salvación, iluminismo y libertad colonialista estuvieron de por medio el saqueo de recursos (oro, caucho, cobre, madera, diamantes, mano de obra, petróleo, agua, etc.) para cuya obtención no se ha reparado en forjar guerras, engaño y muerte. Eran tan angustiantes las circunstancias de los indios americanos, por ejemplo, que se dice que para que sus niños no sean usados como esclavos en las minas, telares y otros sistemas de explotación deshumanizada que implantaron los españoles, rompían las manos de sus hijos cuando nacían.
Cuando los colonizadores se retiran (generalmente son echados a fuego y sangre) dejan no solo una estela de saqueo, orfandad, latrocinio y división sino que dejan una cadena de dependencia institucional, administrativa, política, cultural y comercial, difícil de romper y sobre todo dejan a un cómplice implacable y destructivo, la corrupción. Aún así, por los que vienen, por los niños, nos toca continuar con la batalla por liberarnos, para lo cual nos queda, el amor como la salvación; la paz como la iluminación; la igualdad como la libertad; y, en mi caso, la investigación como forma de lucha.


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En el ámbito literario y de la ilustración se nota que existe al menos una preocupación por el sector infantil y juvenil, cuentos e historietas se ven en los anaqueles locales. No creo en realidad que exista un plan o un proyecto sistemático de la producción de materiales didácticos o de distracción para niños. Me parece solo se trata de chispazos de inquietos y preocupados creadores por dotar de nuevas creaciones en este ámbito a los que se suman intereses de algunas editoriales. Pero qué sucede con la música. Qué materiales están usando en escuelas, colegios, e incluso en las instituciones musicales que deberían ser los creadores y surtidores sociales de estos materiales.

Nos falta responsabilidad para llenar este vacío, pues se supone que disponemos de capacidad y talento para hacerlo. Ciertamente, no tenemos un mercado demandante, que generalmente es el que rige la producción comercial. Difícilmente podríamos en estas circunstancias competir – que es otro de los axiomas del capitalismo- con las transnacionales de la producción infantil que abarca complementariamente, ropa, juguetes, juegos, videojuegos y productos aledaños para niños.

Podemos trabajar desde la comunidad y las instituciones musicales en convenio con el Estado, probablemente no se subsanen proyecciones comerciales, pero si se logra paliar requerimientos culturales, será bastante; naturalmente para que tenga cierto éxito de intercambio, divulgación y utilidad este proyecto debería estar comprometido con la educación. Maestros, compositores, músicos, Estado con los recursos y empresas de distribución podrían ser las protagonistas de este proyecto. No solo se precisa crear música infantil, sino que ésta debe ser grabada y distribuida en los medios educativos y sobre todo tener un lineamiento de creatividad y liberación. En el pasado el Ministerio de Cultura en los años 30´s, por ejemplo, publicó un cuaderno de partituras de música infantil, sin embargo no habiendo los pedagogos musicales que podían usarlo como recurso solo se quedó en un documento impreso que se halla perdido en alguna biblioteca.

Algunas de esas creaciones del pasado podrían también ser seleccionadas para darlas a conocer en este cometido. En Loja existieron tres compositores que dejaron su aporte al cancionero para niños: Salvador Bustamante, Manuel de Jesús Hidalgo y Segundo Cueva Celi; también la riobambeña Lidia Novoa quien por cuenta propia publicó un libro de música para niños; en Cuenca Rafael Sojos, así también crearon piezas infantiles el guarandeño Ángel Honorio Jiménez y en Quito Carlos Amable Ortiz, Inés Jijón y, en nuestro tiempo, Jaime Guevara (“El Cantor de Contrabando”), junto a algunos otros creadores quienes pensaron que con la niñez había que trabajar desde ayer y no dejaron para mañana la tarea que ministerios de Cultura y Educación de la actualidad prorrogan. Con todo esto se podrían hacer cartillas educativas, discos de registro infantiles y de música escolar como refuerzo a la enseñanza, entre otras ideas que se ocurran para este propósito como la constitución de festivales, agrupaciones corales o vocal-instrumentales en las escuelas y colegios.
A propósito de los Comités de Defensa, consideramos que resultaría más beneficioso organizarse en frentes culturales barriales o centros de la sabiduría comunitaria para proponer, conocer, comprender, aprender, enseñar y producir contenidos culturales, de entre los cuales una de las preocupaciones serían los temas infantiles.

En lo que infraestructura se refiere, después de la tragedia de la Factory, al Sur de la ciudad de Quito en la que fallecieron varios jóvenes, hasta ahora el Municipio y el ministerio del ramo no se plantean hacer escenarios culturales adecuados, que bien pudieran estar junto a las tantas canchas deportivas que se construyen. No cuesta mucho dentro de las planificaciones de parques y centros deportivos, incluir una tarima permanente y en otros casos una concha acústica habilitada para hacer presentaciones múltiples, así los artistas, los jóvenes y los niños tendrán espacios de difusión cultural.

A los adultos nos cuesta mucho más el modificarnos y, en tiempo de cambios, son los niños, con herramientas adecuadas, quienes mejor pueden asumirlos para forjar una nueva generación revolucionaria, creativa, crítica y solidaria.


Quito, noviembre 2009.
PARTITURAS
1. Ejemplo 1. Mi casa del compositor Carlos Amable Ortiz.
2. Ejemplo 2. Doña semanita de la compositora riobambeña Lidia Noboa.
3. Ejemplo3. Yo tengo en el huerto (bomba) del compositor César Santos.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo Pablo, gracias por estas publicaciones, por fin encuentro algunas partituras infantiles del Ecuador en internet, he visto que muchas rondas, canciones infantiles, cantos en forma de canon, etc, que aparecen en los medios virtuales, tienen mucho de otros países (principalmente de España, de México, Argentina, sólo por contar unos muy nombrados) pero del nuestro se puede decir que brilla la ausencia (hasta virtual quien creyera), cuando a nivel nacional el repertorio ecuatoriano es tan rico de ritmos. También me preguntaba: ¿cuándo se construirá un repertorio de música infantil, con ritmos ecuatorianos, bien estructurados por maestros de música (porque de que los hay los hay) para maestros de música en los colegios?. Mi ojalá quizá suene a que yo me excluyo de esta iniciativa, pero no, me incluyo, creo que los músicos, por lo menos los que tenemos la responsabilidad de formar niños, tenemos que tener la conciencia histórica de llevar a cabo esta labor.

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  2. como esta éxitos en su trabajo me parece que es un tema muy bueno no se si puedo comunicarme con usted porque estoy trabajando en un proyecto que es acorde ha este tema.... le agradecería de antemano.

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