30-S contra el 1- O …
Y el pasillo El Odio
Y el pasillo El Odio
Fidel Pablo Guerrero
Me parece que los policías en el 30-S, cuando conspiraron (con otros sectores), golpearon, dispararon y mataron a varias personas, también -sin planificarlo- asestaron un rudo golpe al 1- O, o sea al 1 de Octubre, Día del Pasillo Ecuatoriano. Sin duda los sucesos del 30-S borraron el festejo pasillero.
No somos muy afectos a este tipo de fechas y celebraciones utilitarias como las del 1-O, a las que finalmente el Estado nunca concreta ningún respaldo; en el fondo son fechas, a través de las cuales los gobiernos politiqueros nos hacen creer que están preocupados por las manifestaciones populares y que luego de firmar papeles con gran pompa y ceremonia mediática, se olvidan para siempre de para qué suscribieron el famoso Día, el mismo que en este caso fue suscrito en el gobierno de Sixto Durán Ballén.
Lo concreto para nosotros es la investigación, que incluye –entre otros aspectos- el estudio de los géneros musicales que se han perdido en el tiempo, de aquellos que están en proceso de mutación o de los que tienen vigencia. No se trata de sufrir por todo lo perdido sino de generar nuevas posibilidades de comprensión y conocimiento desde aquello que recuperamos y desde lo que nos queda; es pues un derecho -así lo creemos- que las generaciones venideras puedan disponer de información sobre las expresiones de su cultura.
Hace unos días un amigo que llegó de visita de Guayaquil me dijo, “-Te traigo una piedra”, -“pensé llevármelo al Guayas pero prefiero dejarlo aquí”. Inicialmente no entendí bien el mensaje, pues lo que me entregó fue un libro titulado Vida pasión, decadencia y muerte del pasillo popular clásico ecuatoriano, adquirido en el stand de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en una feria de libros organizada en la PUCE (Quito).
Tras echar una ojeda a la publicación y leer algunas páginas comprendí el simbolismo de mi amigo. El autor del libro, el abogado Ojeda Martínez, ha procurado hacer un trabajo de investigación y crítica –según reza en la presentación- y concentra todo su esfuerzo en renegar de todos los autores que han escrito sobre el pasillo, a los que califica, directa o indirectamente con adjetivaciones -algunas incluso groseras- de ilusos, palabreros, engañadores, estupideces, etc. Tomando en cuenta que de quienes habla son prestigiosos historiadores e investigadores musicales de nuestro medio (Ñúñez, Granda, Wong, Godoy, Mullo, etc.) y sobre todo porque trata de desprestigiar sus aportes en el estudio del género, el trabajo del abogado Ojeda pierde crédito, no solo por la amargura con la que escribe, sino porque su libro se convierte en una especie de crítica judicial, trágica y nostálgica de lo que él define como decadencia y muerte de su género amado: el pasillo. No sé por qué el autor cree que al descalificar a todos los investigadores (entre los cuales nos incluye) logra calificar su libro, con argumentos que -dice- van a “desasnarnos”.
Siento que lo que más le molesta al abogado Ojeda, es que las diferentes teorías afirmen que el pasillo en su origen no es ecuatoriano. Él afirma que sí, pero no dice cabalmente por qué.
Siento que lo que más le molesta al abogado Ojeda, es que las diferentes teorías afirmen que el pasillo en su origen no es ecuatoriano. Él afirma que sí, pero no dice cabalmente por qué.
Cierto que históricamente, en sus orígenes el pasillo no es “ecuatoriano”, pero eso no quiere decir que como un bien cultural de uso no se haya convertido en “ecuatoriano”. Este sentimiento que lo atormenta, al sentirse despojado de una propiedad cultural es natural, pues siendo el género que más atesora en su gusto, siente que se le deja sin pertenencia alguna. Claro que olvida que la cultura musical del Ecuador –como de cualquier otra parte- es más que un género musical de un determinado sector y que hay que comprender que la cultura o una manifestación cultural no es un bien de “propiedad” o inmutabilidad eterna; es un bien que se modifica permanentemente y que puede transferirse incluso a otras culturas a “nuevos dueños”; sino reflexionemos sobre el caso del valse criollo, el pasodoble, el pasacalle, el rock nacional (de cualquier país), el fox incaico, etc.; de dónde vinieron las semillas?
Este también es el caso del Himno del Paloteo, que se canta en Colombia y que los pobladores de Gaira solo hasta hace como un par de décadas supieron que se trataba del Himno Nacional del Ecuador (véase en este blog sobre este tema en el escrito del Himno Nacional). El asunto del pasillo El odio es algo similar y vamos a conocerlo en nuestra siguiente entrega, que la haremos el 2 de octubre, pues como dijimos, en el 30-S, se propinó un gran golpe -aunque no de Estado- al 1-O.
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