El hombre orquesta que suena en la memoria
Quito: febrero, 1962- mayo, 2014
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Fabián Velasco, cuando estudiaba en el Conservatorio |
Con Fabián fuimos compañeros en
el Conservatorio Nacional de Música, allí hicimos un grupo fugaz que logró
montar un par de canciones (un sanjuanito antiguo, compilado por él y alguna
otra pieza musical): creo que ni siquiera llegamos a presentarlas. Luego nos
vimos en el sur de la ciudad, en la Villa Flora en un concierto, él integrando el grupo Cancerbero y yo Girasur.
Fabián, también fue parte de la
agrupación irreverentemente, destartalada y de magnífica estética popular
alquimioteatral “Los Perros Callejeros”; en alguna ocasión que nos encontramos
en el Centro Cultural Mama Cuchara, le mencioné
que a mí me pareció que lo mejor del “concierto de rock” que se organizó en la
Concha Acústica de Luluncoto fueron ellos… eso le alegró mucho: nos teníamos mutuo
aprecio y yo le tenía gran admiración por que vivía sus postulados y la música con
tenacidad. Pasó a trabajar por su cuenta
con su vistoso traje, adheridos a su cuerpo varios
instrumentos de percusión, una guitarrilla y un saxo colgando a su cuello. Conjunto
de elementos de abigarrado colorido que hicieron de él un heredero del “Hombre
orquesta de Quito”, Rosalino Povea.
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Foto de Fabián Velasco que la hemos tomado del blog: http://tariknunez.blogspot.com/ |
Hoy me acaba de avisar mi hermana que el “Hombre orquesta”: Milton
Fabián Velasco Andrade se ha muerto… una especie de nostalgia y tristeza nos atraviesa
y avisa que su partida duele. Su voz y el sonido de su saxofón se afincarán
indefinidamente en nuestra memoria.
El hombre-orquesta. Tipos populares
[1928]
Alejandro Andrade Coello
Alejandro Andrade Coello
La habilidad de un hijo del
pueblo, aficionado a la música, le hizo concebir el proyecto de convertirse en
una especie de orquesta ambulante. Un buen día de conspiración, a la manera de
Don Quijote limpió las armas de sus abuelos, el múltiple músico arregló la
vieja guitarra que yacía empolvada en un rincón… acomodó al brazo de la morisca
vihuela un rondín, que es juguete sonoro y delicioso para los muchachos, se
colocó en la cabeza un casquete con campanillas, perforó un bombo, instrumento
hueco tan de moda en algunas cofradías, de tal modo que por su aro pasase una
cuerda que iba a oprimir el resorte de unos platillos colocados sobre ese
timbal y que se tiraba con el pie. Con tales utensilios musicales, diose a
recorrer, algunas provincias ecuatorianas. Estuvo en Guayaquil y fue aplaudido
y condecorado por su ingenio. Su compañero era un deforme mudo que cargaba en
una bolsa los instrumentos de la portátil y familiar charanga.
En Quito, pocas personas habrá
que no conozcan al maestro Povea, que con su orquesta que él monopoliza, como
otras tantas cosa, se anda las noches tocando aires nacionales en las diversiones
populares, los bailes de arroz quebrado, las casa de cena y las tabernas que
prolongan su buen humor hasta avanzadas horas toledanas, vecinas de la aurora.
Es típico el hombre-orquesta por
su hábil manera de ejecutar varios instrumentos que dan la impresión de oír una
murga o un bullicioso jaz-ban de mulatos.
Desde ayer, Povea tiene un
competidor: el súbdito italiano Pascual Vittesi que por las calles de Quito
lanza al aire sus melodías, un tanto de moda y no pocas de sabor español. A la
guitarra y el rondín ha sustituido el acordeón que maneja con destreza
El invento, o más bien el viejo
recuerdo de Povea, ha sido perfeccionado por Vittesi, que regala a los
transeúntes en las melodías de “Frémito de Amor” y otras que nos trasladan a
lejanos países.
Como su devoción musical está
comprobada, pronto aprenderá los aires nacionales.
No sería raro oírle un yaraví
doliente, un monótono y sentimental sanjuanito o alguna alegre y sugestiva “alza
que te han visto”.
Fuente:
Andrade Coello, Alejandro. “Tipos
populares: El hombre orquesta”. En: El
Comercio. Quito, lunes 2 abril, 1928. p. 5.