Carlos Bonilla Chávez: mil años de música
Fidel Pablo Guerrero Gutiérrez
Este es el título del trabajo que con el respaldo del FONSAL llevamos adelante –con el músico e investigador César Santos- sobre el compositor y guitarrista quiteño Carlos Bonilla Chávez.
Si bien en un principio se trataba de elaborar una biografía para divulgarse en sectores educativos y que debía agrupar la obra principal y el accionar de este creador en el medio, ha pasado a ser adicionalmente un trabajo de salvaguarda patrimonial. En un formato de CDROM (un disco de acceso múltiple a escritos, videos, material gráfico y audios) hemos digitalizado los manuscritos de sus obras, y entre otros documentos unas 200 fotografías del músico, más de 200 artículos y recortes de prensa. Así también grabaciones inéditas de sus ejecuciones guitarrísticas y entrevistas.
Hemos registrado aproximadamente unos 800 documentos, entre los cuales las partituras abarcan un segmento importante que seguro prestarán un gran servicio para el estudio y ejecución de las mismas. Las partituras que contiene este disco son autógrafas en su mayoría, o sea de puño y letra del compositor, de ellas se escogieron varias obras para ser escritas en un programa especializado de música. Fueron levantadas 60 creaciones de diversos géneros, así como las 120 páginas de su Suite andina con sus respectivas particellas, obra considerada como la más importante de sus trabajos sinfónicos, la misma que fue su primera obra para ese formato y que se estrenó en 1958 con la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador. Estos materiales gracias a la aquiescencia de la familia del compositor estarán –con exclusivos fines culturales y educativos- al servicio del público, de músicos e investigadores.
Un trío fantástico: Segundo Guaña, Carlos Bonilla y Bolívar Ortiz. Quito, 1963. Foto Archivo Carlos Bonilla Chávez (A-CBCh); digitalización: Pablo Guerrero.
Como un avance investigativo para los seguidores de nuestro blog presentamos un apretado resumen -de un trabajo más extenso- de Carlos Bonilla Chávez con algunas referencias de su tiempo y su vida.
Carlos Bonilla Chávez (1923-2010)
Carlos Bonilla nació en el Quito de los años veintes, cuando esta pequeña ciudad se preparaba a abandonar el modernismo artístico de los poetas decapitados y ya se perfilaban los rasgos iniciales de los indigenistas, principalmente en los campos pictórico y literario.
Carmen Chávez (madre de Carlos Bonilla) con guitarra y su hermana Rosa con bandolín. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
Mirando a su madre como ejecutaba la guitarra, aprendió por cuenta propia a tocar aquel instrumento que lo acompañó toda su vida y a través del cual se hicieron sus más importantes creaciones musicales. Su familia no veía bien que se dedicara al aprendizaje del instrumento, pues los prejuicios que rodeaban a los músicos no eran comprendidos en su ambiente.
De todos modos, contradiciendo a la familia y aprendiendo por cuenta propia, a los once años era ya un hábil guitarrista y seguidamente daría clases a sus cercanos vecinos. Pocos años después empezarían sus primeros ensayos compositivos, el aire típico Quiteñitas sería fruto de sus intentos creativos iniciales. Cuando uno de sus alumnos escuchó su manera brillante de ejecutar la guitarra le sugirió que se inscribiera en el Conservatorio, a lo que el joven Bonilla respondió –¿Conservatorio, y eso qué es? En efecto, a los 16 años ingresó a estudiar en el Conservatorio Nacional de Música; para inscribirse se valió de uno de sus alumnos mayores, quien le sirvió de apoderado. Finalmente su familia comprendió aquella pasión inquebrantable que sentía por la música y terminó por apoyarlo. En el Conservatorio se graduó como Profesor de Contrabajo.
Carlos Bonilla Chávez a fines de los años 50’s. Foto Colección: Archivo Sonoro de la Música Ecuatoriana; digitalización: Pablo Guerrero.
Carlos Bonilla es considerado el padre de la guitarra académica, y recibe esta nominación por ser el primero en abrir la cátedra de ese instrumento en el Conservatorio Nacional de Música. Resulta un tanto paradójico que, a pesar de su acción como guitarrista, tuvo que graduarse primero de contrabajista en 1950 y solo luego abriría, él mismo, en los años sesentas las clases de guitarra en ese plantel.
El contrabajo le permitió el aprendizaje formal de la música y la posibilidad de integrar muchas agrupaciones entre ellas, la Orquesta Sinfónica Nacional, de la cual fue uno de sus miembros fundadores en 1956. De hecho Bonilla venía tocando el contrabajo desde mucho antes en la Orquesta del Conservatorio; hay documentos gráficos en donde se lo ve junto al entonces Director del Conservatorio y de la Orquesta, Juan Pablo Muñoz Sanz, cuando Bonilla contaba con 24 años.
Carlos Bonilla tocó el contrabajo en varias orquestas. AS; digitalización: Pablo Guerrero.
En esa época y como sucede hasta nuestros días, el músico vivía dentro de dos mundos musicales. El mundo del Conservatorio en donde se preparaba con el conocimiento que le sería útil para su desempeño profesional como solista, en conjuntos, como arreglista y como creador musical; y otro mundo, más vinculado a la práctica social, en donde el músico participaba de actividades populares en fiestas, bailes, a través de las audiciones de radio, todo lo cual servía para ser ubicado en puestos de admiración del pueblo dependiendo de sus cualidades humanas y profesionales. El Conservatorio le permitía estar a tono con las novedades metodológicas y propuestas musicales y a veces admirar sobredimensionadamente a músicos de ultramar; pero la calle y el medio social permitían por su parte reconocerse en la música del pueblo y tratar de emular la belleza que surgía del mundo bohemio, de las chinganas, de festejos indígenas y bailes populares. El músico contagiado de esas circunstancias compartía su tiempo y vecindad con autores, poetas, pintores y demás integrantes de aquella llamada -con malicia- “fauna artística quiteña”.
Reunión de artistas. Entre otros constan: Dúo Benítez Valencia, Guillermo y Julio Quirola, Luis Aníbal Granja (acordeón), Los Barrieros (trompetas). Bonilla, tercero a mano izquierda, en cuclillas. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
En los años sesentas con el respaldo del Centro Ecuatoriano Norteamericano y el Departamento de Estado de EEUU, Carlos Bonilla Chávez hizo dos giras artísticas nacionales y una gira a los EEUU por varias ciudades norteamericanas; en ambos casos como solista de guitarra y lo más relevante de esto es que sus programas musicales estaban constituidos en gran parte por su propia obra. Mientras en nuestro propio medio los compositores incluían tímidamente una que otra de sus obras en un programa musical, Bonilla hacía lo contrario, en muchos casos la totalidad del programa eran sus obras.
Bonilla consideraba que no se debía mezclar la música con la política, pensamiento que en la práctica no logró refrendar, pues creó música dentro de un nacionalismo de tipo indigenista –que en sí es un planteamiento político- y que en su tiempo ya había alcanzado un grado de presencia y divulgación a través de algunos artistas e intelectuales alineados ideológicamente con la izquierda. Bonilla en cambio recalcaba siempre que él no era de izquierda ni de derecha y que su intención era reivindicar “al indio desde lo espiritual, desde lo artístico, no desde las armas”. Bonilla aseguraba que a los indígenas -a sus hermanos-, los tenían en sumisión, aunque no descifraba quién los tenía así y por qué no podían incorporarse. De todos modos se puede hallar un pensamiento reivindicativo, que procuraba presentar sonoramente a través de su obra la vida del indio y su sufrimiento, lo cual a su vez que se contraponía con su personal simpatía hacia los EEUU, país por el cual sentía gran admiración. De esa adhesión surgió también la dirección a su cargo del Coro del Centro Ecuatoriano Norteamericano, con el cual hizo una buena cantidad de actuaciones en el medio.
Manuel Reyes de solista con el Coro de la CCE y su director Carlos Bonilla Ch. en la guitarra. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
Actividades importantes dentro del ámbito institucional fueron la dirección del Coro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, con el que realizó varias grabaciones y giras por diversos países entre 1963 y 1968 (Chile, Perú, Colombia y EEUU); así como también la formación y dirección del Coro de la Pontificia Universidad Católica de Quito. También fue de gran trascendencia su labor pedagógica, formando musicalmente a varias generaciones de jóvenes a quienes después los hallaríamos integrando el grueso de los músicos ecuatorianos, tal el caso de Luis Maldonado Lince, Gonzalo Cepeda, Jacinto Freire, Milton Estévez o Eduardo Sangucho, y por supuesto sus hijos, principalmente René, Alejandro y Larry, integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Trío de guitarras constituido por Bonilla, Milton Estévez, derecha y Tito Sangucho, izquierda. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
En cuanto a su producción compositiva, las obras de mayor divulgación han sido el pasillo ligero titulado Beatriz, dedicado a su esposa. Así mismo alcanzó gran aceptación el yumbo Atahualpa que es considerado un himno de rebeldía. Otra de sus obras, Ponchito al hombro, recogía el esfuerzo que realizaban los cargadores en la calle 24 de Mayo, que para cargar grandes muebles solían poner su poncho doblado en la espalda o en el hombro para que el peso y el objeto no cause tanto daño al cuerpo.
De su indigenismo musical también surgieron Chasqui (el nombre de esta pieza le fue sugerido por el pintor Víctor Mideros), Tambores Shirys (nombre sugerido por el pintor Oswaldo Guayasamín), Indiecito Otavaleño, Danza Shiry, Preludio y yumbo y Elegía y danza, estas dos últimas obras publicadas en 1975 en París. Bonilla se sentía orgulloso de sus ancestros y de allí esa tendencia indigenista en su música.
Dentro de las piezas que abordan los sentimientos se encumbró uno de sus pasillos destacados: Cantares del alma, del que se han hecho muchas versiones por grandes intérpretes. Junto a Cantares del alma está el pasillo Subyugante, que tiene una gran versión en la voz de Eduardo Brito, a quien también descubrió y preparó como cantante el mismo Bonilla. Carlos Bonilla Chávez dejó muy buenos discípulos, un legado compositivo como parte de la tendencia nacionalista, música popular elaborada, abrió la puerta para que la guitarra sea considerada como materia escolástica en las instituciones de formación musical, dejó un gran número de arreglos para orquestas, coros y conjuntos y nos dejó su sonido grabado en la memoria.
Foto de estudio. Bonilla y su guitarra. ca. fines años setentas. AS; digitalización: Pablo Guerrero.
Su guitarra y el cuerpo inmaterial de la música todavía se mueven en las callejas de aquel Quito de antaño, en donde ojos curiosos atisban las ventanas para escuchar aquellas perdidas serenatas. En esos empedrados aún se ven indios reunidos que parecen gritar: …. ¡regresa, Atahualpa….!
Atahualpa
I
Rey del Sol, Atahualpa,
Indio Rebelde, Atahualpa, despierta!
Encontrarás rendida tu raza querida,
En medio de esas cadenas de blancos, perdida.
II
Somos tu raza Atahualpa,
Que siempre estamos llorando,
Que siempre estamos gritando: justicia, justicia;
Ven con tu alma Atahualpa a darnos más vida.
III
Si bien en un principio se trataba de elaborar una biografía para divulgarse en sectores educativos y que debía agrupar la obra principal y el accionar de este creador en el medio, ha pasado a ser adicionalmente un trabajo de salvaguarda patrimonial. En un formato de CDROM (un disco de acceso múltiple a escritos, videos, material gráfico y audios) hemos digitalizado los manuscritos de sus obras, y entre otros documentos unas 200 fotografías del músico, más de 200 artículos y recortes de prensa. Así también grabaciones inéditas de sus ejecuciones guitarrísticas y entrevistas.
Hemos registrado aproximadamente unos 800 documentos, entre los cuales las partituras abarcan un segmento importante que seguro prestarán un gran servicio para el estudio y ejecución de las mismas. Las partituras que contiene este disco son autógrafas en su mayoría, o sea de puño y letra del compositor, de ellas se escogieron varias obras para ser escritas en un programa especializado de música. Fueron levantadas 60 creaciones de diversos géneros, así como las 120 páginas de su Suite andina con sus respectivas particellas, obra considerada como la más importante de sus trabajos sinfónicos, la misma que fue su primera obra para ese formato y que se estrenó en 1958 con la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador. Estos materiales gracias a la aquiescencia de la familia del compositor estarán –con exclusivos fines culturales y educativos- al servicio del público, de músicos e investigadores.
Un trío fantástico: Segundo Guaña, Carlos Bonilla y Bolívar Ortiz. Quito, 1963. Foto Archivo Carlos Bonilla Chávez (A-CBCh); digitalización: Pablo Guerrero.
Como un avance investigativo para los seguidores de nuestro blog presentamos un apretado resumen -de un trabajo más extenso- de Carlos Bonilla Chávez con algunas referencias de su tiempo y su vida.
Carlos Bonilla Chávez (1923-2010)
Carlos Bonilla nació en el Quito de los años veintes, cuando esta pequeña ciudad se preparaba a abandonar el modernismo artístico de los poetas decapitados y ya se perfilaban los rasgos iniciales de los indigenistas, principalmente en los campos pictórico y literario.
Carmen Chávez (madre de Carlos Bonilla) con guitarra y su hermana Rosa con bandolín. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
Mirando a su madre como ejecutaba la guitarra, aprendió por cuenta propia a tocar aquel instrumento que lo acompañó toda su vida y a través del cual se hicieron sus más importantes creaciones musicales. Su familia no veía bien que se dedicara al aprendizaje del instrumento, pues los prejuicios que rodeaban a los músicos no eran comprendidos en su ambiente.
De todos modos, contradiciendo a la familia y aprendiendo por cuenta propia, a los once años era ya un hábil guitarrista y seguidamente daría clases a sus cercanos vecinos. Pocos años después empezarían sus primeros ensayos compositivos, el aire típico Quiteñitas sería fruto de sus intentos creativos iniciales. Cuando uno de sus alumnos escuchó su manera brillante de ejecutar la guitarra le sugirió que se inscribiera en el Conservatorio, a lo que el joven Bonilla respondió –¿Conservatorio, y eso qué es? En efecto, a los 16 años ingresó a estudiar en el Conservatorio Nacional de Música; para inscribirse se valió de uno de sus alumnos mayores, quien le sirvió de apoderado. Finalmente su familia comprendió aquella pasión inquebrantable que sentía por la música y terminó por apoyarlo. En el Conservatorio se graduó como Profesor de Contrabajo.
Carlos Bonilla Chávez a fines de los años 50’s. Foto Colección: Archivo Sonoro de la Música Ecuatoriana; digitalización: Pablo Guerrero.
Carlos Bonilla es considerado el padre de la guitarra académica, y recibe esta nominación por ser el primero en abrir la cátedra de ese instrumento en el Conservatorio Nacional de Música. Resulta un tanto paradójico que, a pesar de su acción como guitarrista, tuvo que graduarse primero de contrabajista en 1950 y solo luego abriría, él mismo, en los años sesentas las clases de guitarra en ese plantel.
El contrabajo le permitió el aprendizaje formal de la música y la posibilidad de integrar muchas agrupaciones entre ellas, la Orquesta Sinfónica Nacional, de la cual fue uno de sus miembros fundadores en 1956. De hecho Bonilla venía tocando el contrabajo desde mucho antes en la Orquesta del Conservatorio; hay documentos gráficos en donde se lo ve junto al entonces Director del Conservatorio y de la Orquesta, Juan Pablo Muñoz Sanz, cuando Bonilla contaba con 24 años.
Carlos Bonilla tocó el contrabajo en varias orquestas. AS; digitalización: Pablo Guerrero.
En esa época y como sucede hasta nuestros días, el músico vivía dentro de dos mundos musicales. El mundo del Conservatorio en donde se preparaba con el conocimiento que le sería útil para su desempeño profesional como solista, en conjuntos, como arreglista y como creador musical; y otro mundo, más vinculado a la práctica social, en donde el músico participaba de actividades populares en fiestas, bailes, a través de las audiciones de radio, todo lo cual servía para ser ubicado en puestos de admiración del pueblo dependiendo de sus cualidades humanas y profesionales. El Conservatorio le permitía estar a tono con las novedades metodológicas y propuestas musicales y a veces admirar sobredimensionadamente a músicos de ultramar; pero la calle y el medio social permitían por su parte reconocerse en la música del pueblo y tratar de emular la belleza que surgía del mundo bohemio, de las chinganas, de festejos indígenas y bailes populares. El músico contagiado de esas circunstancias compartía su tiempo y vecindad con autores, poetas, pintores y demás integrantes de aquella llamada -con malicia- “fauna artística quiteña”.
Reunión de artistas. Entre otros constan: Dúo Benítez Valencia, Guillermo y Julio Quirola, Luis Aníbal Granja (acordeón), Los Barrieros (trompetas). Bonilla, tercero a mano izquierda, en cuclillas. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
En los años sesentas con el respaldo del Centro Ecuatoriano Norteamericano y el Departamento de Estado de EEUU, Carlos Bonilla Chávez hizo dos giras artísticas nacionales y una gira a los EEUU por varias ciudades norteamericanas; en ambos casos como solista de guitarra y lo más relevante de esto es que sus programas musicales estaban constituidos en gran parte por su propia obra. Mientras en nuestro propio medio los compositores incluían tímidamente una que otra de sus obras en un programa musical, Bonilla hacía lo contrario, en muchos casos la totalidad del programa eran sus obras.
Bonilla consideraba que no se debía mezclar la música con la política, pensamiento que en la práctica no logró refrendar, pues creó música dentro de un nacionalismo de tipo indigenista –que en sí es un planteamiento político- y que en su tiempo ya había alcanzado un grado de presencia y divulgación a través de algunos artistas e intelectuales alineados ideológicamente con la izquierda. Bonilla en cambio recalcaba siempre que él no era de izquierda ni de derecha y que su intención era reivindicar “al indio desde lo espiritual, desde lo artístico, no desde las armas”. Bonilla aseguraba que a los indígenas -a sus hermanos-, los tenían en sumisión, aunque no descifraba quién los tenía así y por qué no podían incorporarse. De todos modos se puede hallar un pensamiento reivindicativo, que procuraba presentar sonoramente a través de su obra la vida del indio y su sufrimiento, lo cual a su vez que se contraponía con su personal simpatía hacia los EEUU, país por el cual sentía gran admiración. De esa adhesión surgió también la dirección a su cargo del Coro del Centro Ecuatoriano Norteamericano, con el cual hizo una buena cantidad de actuaciones en el medio.
Manuel Reyes de solista con el Coro de la CCE y su director Carlos Bonilla Ch. en la guitarra. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
Actividades importantes dentro del ámbito institucional fueron la dirección del Coro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, con el que realizó varias grabaciones y giras por diversos países entre 1963 y 1968 (Chile, Perú, Colombia y EEUU); así como también la formación y dirección del Coro de la Pontificia Universidad Católica de Quito. También fue de gran trascendencia su labor pedagógica, formando musicalmente a varias generaciones de jóvenes a quienes después los hallaríamos integrando el grueso de los músicos ecuatorianos, tal el caso de Luis Maldonado Lince, Gonzalo Cepeda, Jacinto Freire, Milton Estévez o Eduardo Sangucho, y por supuesto sus hijos, principalmente René, Alejandro y Larry, integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Trío de guitarras constituido por Bonilla, Milton Estévez, derecha y Tito Sangucho, izquierda. A-CBCh; digitalización: Pablo Guerrero.
En cuanto a su producción compositiva, las obras de mayor divulgación han sido el pasillo ligero titulado Beatriz, dedicado a su esposa. Así mismo alcanzó gran aceptación el yumbo Atahualpa que es considerado un himno de rebeldía. Otra de sus obras, Ponchito al hombro, recogía el esfuerzo que realizaban los cargadores en la calle 24 de Mayo, que para cargar grandes muebles solían poner su poncho doblado en la espalda o en el hombro para que el peso y el objeto no cause tanto daño al cuerpo.
De su indigenismo musical también surgieron Chasqui (el nombre de esta pieza le fue sugerido por el pintor Víctor Mideros), Tambores Shirys (nombre sugerido por el pintor Oswaldo Guayasamín), Indiecito Otavaleño, Danza Shiry, Preludio y yumbo y Elegía y danza, estas dos últimas obras publicadas en 1975 en París. Bonilla se sentía orgulloso de sus ancestros y de allí esa tendencia indigenista en su música.
Dentro de las piezas que abordan los sentimientos se encumbró uno de sus pasillos destacados: Cantares del alma, del que se han hecho muchas versiones por grandes intérpretes. Junto a Cantares del alma está el pasillo Subyugante, que tiene una gran versión en la voz de Eduardo Brito, a quien también descubrió y preparó como cantante el mismo Bonilla. Carlos Bonilla Chávez dejó muy buenos discípulos, un legado compositivo como parte de la tendencia nacionalista, música popular elaborada, abrió la puerta para que la guitarra sea considerada como materia escolástica en las instituciones de formación musical, dejó un gran número de arreglos para orquestas, coros y conjuntos y nos dejó su sonido grabado en la memoria.
Foto de estudio. Bonilla y su guitarra. ca. fines años setentas. AS; digitalización: Pablo Guerrero.
Su guitarra y el cuerpo inmaterial de la música todavía se mueven en las callejas de aquel Quito de antaño, en donde ojos curiosos atisban las ventanas para escuchar aquellas perdidas serenatas. En esos empedrados aún se ven indios reunidos que parecen gritar: …. ¡regresa, Atahualpa….!
Atahualpa
I
Rey del Sol, Atahualpa,
Indio Rebelde, Atahualpa, despierta!
Encontrarás rendida tu raza querida,
En medio de esas cadenas de blancos, perdida.
II
Somos tu raza Atahualpa,
Que siempre estamos llorando,
Que siempre estamos gritando: justicia, justicia;
Ven con tu alma Atahualpa a darnos más vida.
III
Y llegará un día,
Un día, gran Atahualpa,
Que rompiendo esas cadenas,
Tu raza reviva.
IV
Entonces gran Atahualpa,
Será nueva vida.
Regresa Atahualpa,
tu raza grita: ¡Atahualpa!
(Atahualpa, yumbo / Carlos Bonilla Chávez, música;Carlos Bonilla y Luis A. Valencia, texto. )
***
La Corporación Musicológica Ecuatoriana CONMUSICA tenía elaborado un mini cancionero con algunas obras de Carlos Bonilla Chávez, el mismo que ha decidido cederlo como una contribución al CDROM que se elabora y a los lectores de este blog.
Así mismo pongo a su consideración un registro sonoro de un trío increíble que conformó Carlos Bonilla con Bolívar “El Pollo” Ortiz y Segundo Guaña. La grabación hecha en una presentación en vivo se realizó hacia 1963 en el Coliseo Cerrado de Quito, en un evento organizado por la Unión Nacional de Periodistas.
El otro registro es su composición Chasqui –igualmente ejecutada en vivo por el compositor- para guitarra sola (incluimos la partitura).
(Dar click en las fotos de las partituras para ampliar e imprimir en grande)
Un día, gran Atahualpa,
Que rompiendo esas cadenas,
Tu raza reviva.
IV
Entonces gran Atahualpa,
Será nueva vida.
Regresa Atahualpa,
tu raza grita: ¡Atahualpa!
(Atahualpa, yumbo / Carlos Bonilla Chávez, música;Carlos Bonilla y Luis A. Valencia, texto. )
***
La Corporación Musicológica Ecuatoriana CONMUSICA tenía elaborado un mini cancionero con algunas obras de Carlos Bonilla Chávez, el mismo que ha decidido cederlo como una contribución al CDROM que se elabora y a los lectores de este blog.
Así mismo pongo a su consideración un registro sonoro de un trío increíble que conformó Carlos Bonilla con Bolívar “El Pollo” Ortiz y Segundo Guaña. La grabación hecha en una presentación en vivo se realizó hacia 1963 en el Coliseo Cerrado de Quito, en un evento organizado por la Unión Nacional de Periodistas.
El otro registro es su composición Chasqui –igualmente ejecutada en vivo por el compositor- para guitarra sola (incluimos la partitura).
(Dar click en las fotos de las partituras para ampliar e imprimir en grande)
Atahualpa (yumbo). Versión piano (línea melódica con texto).
Quiteñitas (aire típico). Versión guitarra
Estimado señor, estoy investigando entre los músicos referenciales de hace 50 años, datos y recopilaciones donde mi padre Carlos Caluquí se encuentra. El no ha sido tomado en cuenta en remembranzas de la cultura musical ecuatoriana y quisiera que lo considere. Yo me encuentro haciendo un documental de el, como testimonio de un músico e intérprete de nuestro país. Quisiera contar con su ayuda. Gracias.
ResponderEliminarSubira links del documental para apreciar
EliminarPablo, escuchando diferentes versiones de la composición Atahualpa encontré alguna con letra en Quichua. Tal vez pueda orientarme sobre donde puedo encontrar el texto en lengua. Gracias.
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