Cuando “El Diablo Ocioso” se fue para Chile, perdió el Alma en los labiosFidel Pablo Guerrero Gutiérrez
soymusicaecuador.blogspot.com
El compositor y cantante ecuatoriano Alberto Valdivieso.José Alberto Valdivieso Alvarado fue un destacado representante del canto popular de principios del siglo XX, sobre todo en las comunidades urbanas del litoral ecuatoriano. El periodista Hugo Delgado Cepeda, quien hizo un artículo sobre este músico, asienta que Valdivieso probablemente nació en El Oro hacia 1898 y que se desplazó y radicó en la ciudad de Guayaquil, al parecer cuando era niño. Sus condiciones musicales lo llevaron, en sus años juveniles, a vincularse a la actividad artística y bohemia, conformando en ese entorno varias agrupaciones con destacados músicos de la época. Dentro de ese contexto también fue convocado para efectuar registros de varias matrices discográficas -las primeras que se hicieron en nuestro medio y que se prensaron en Alemania y EEUU.
Más tarde partió, en busca de ampliar sus horizontes artísticos, hacia Chile donde se radicó, volviendo de tanto en tanto a su país de origen. En este corto artículo haremos una reseña, basada en documentos que hemos recogido, con la pretensión de dar alguna luz sobre este singular personaje, quien sin duda alguna forma parte del haber cultural de nuestro país como uno de los distinguidos músicos populares de la primera mitad del siglo XX. Quedarán pendientes, eso sí, algunas informaciones que se nos presentan esquivas, entre ellas saber cuál realmente era su primer apellido pues, indistintamente lo hemos encontrado registrado como Alberto Alvarado y en otras fuentes documentales como Alberto Valdivieso (nos inclinamos a creer que es este último). Así también no existen certeza en sus años de nacimiento y fallecimiento, son aproximaciones que ojalá en algún momento podamos precisar.
A JULIA
Pasillo ecuatoriano / Alvarado (Alberto Valdivieso Alvarado)
Introducción instrumental.
I: Lágrimas tristes, ensueños angustiosos,
origen son, negrita, de tu amor;
lúgubres son mis horas silenciosas,
/ámame, Julia y calma mi dolor/ (bis).
II: Soledad en silencio, sombras, nada,
alma de mi alma, ensueño de mi vida,
luz de mis ojos, mi ilusión perdida
en mi alma vives, Julia idolatrada;
/mi pecho, hermosa, es siempre tu morada/ (bis).
III: La larga ausencia de tu lado amante,
odiar me hará la vida, te amo mucho,
los suspiros son tuyos delirantes,
y /a donde estoy te miro y yo te escucho/ (bis).
IV: Serás mi vida, mi ilusión, y ciego
ante tu imagen, Julia, yo te juro
lealta’ en mi amor y [no] ser perjuro
encanto mío, si te olvido y luego,
maldito me hunda en el eterno fuego.
V: La dicha de tu amor: serán mentiras
o tendré acaso que llorar mi suerte,
la ausencia de tu amor si tú me olvidas
/mil veces quiero preferir la muerte/ (bis)
VI: Tú será vida, el alma ya soñada,
a que de esta dicha de mi eterna unión
la duda muera, reviva el corazón;
es la esperanza, de mi bien amado
mirando cerca mi gloria de casado.
Existe otra versión de la letra con menos estrofas en el Florilegio del pasillo ecuatoriano.
Fuente:
Alvarado. A Julia (pasillo) [grabación discográfica; 78 rpm; pizarra] /Alvarado y Villavicencio: Dúo masculino guitarra.- Victor Talking Machine Victor: 72020-A.- Camdem NJ. USA.
VIDEO: A Julia/ Alvarado /Safadi
De acuerdo a comentarios de la tradición, en relación a su llamativo mote, dicen que su madre se quejaba siempre de su conducta despreocupada y que de ahí habría nacido su remoquete con el que se le conocía también en el mundo musical: "El Diablo Ocioso".
Desde muy joven – gracias a su potente voz- participó en diversas actividades musicales en la ciudad portuaria de Guayaquil. Allí además de realizar presentaciones y serenatas musicales, grabó entre los años de 1912-1915, varias obras como solista y en dúo, con el cantante y compositor Nicasio Safadi (ca. 1897-1968); las piezas fueron registradas en los pioneros discos de pizarra del sello Favorita de la AKGes de Berlín para la Compañía Encalada, un almacén de variedades mercantiles del lojano Antenor Encalada, así como también para el sello Victor. Entre sus producciones fonográficas se han podido documentar sus pasillos Ámame Julia y A mi amada; e interpretaciones como: Flores negras; y una interesantísima pieza musical titula Pesares, de una procacidad que no entendemos cómo pasó la censura en una época que piezas mucho más inocentes se prohibían. Todo parece indicar que como se mandaron a reproducir los discos en Alemania no se supo cabalmente el contenido y luego llegaron los discos prensados a distribuirse en nuestro medio. Hacia 1993, nosotros encontramos y digitalizamos ese registro en la colección de discos de pizarra que posee el Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador y cuya grabación la conocen muy pocas personas en el Ecuador (la hemos hecho escuchar en algunas conferencias). Más adelante hablaremos más ampliamente de esta obra. En los marbetes de los discos mencionados su nombre constaba con su segundo apellido, así: A. Alvarado.
Registros sonoros registrados
Para el sello Precioso Record de Favorite
A mi amada (pasillo) cantado por Alvarado con guitarra
El adiós (pasillo) Dúo Safadi Alvarado con guitarras
Flores negras (pasillo) cantado por Alvarado con guitarra
Pesares (verdulera) cantado por Alvarado con guitarra
Para el sello Victor
Ojos traviesos (pasillo) Dúo Alvarado Safadi con guitarra
Flores negras (pasillo) Dúo Alvarado Safadi con guitarras
A julia (pasillo) de Alvarado con el Dúo Alvarado -Rafael Villavicencio (Al parecer se trata del pasillo Ámame Julia)
Súplicas (pasillo) Dúo Alvarado Safadi con guitarras
Al cielo (pasillo) Dúo Alvarado Safadi con guitarras
El poeta César Maquilón Orellana en una entrevista para la revista Estrellas, mencionaba que el “Diablo Ocioso” fue en la escuela alumno de su padre, Antonio Maquilón, y que su apodo se debía a que “… era vago, vago, no trabajaba. Pasaba solo cantando y cantando... El nombre de ‘Diablo Ocioso’ era Alberto Alvarado e impresionaba con su tónica voz. Era un tipo bien parecido y tenía como manía cambiarse el apellido cuando le daba la gana”.
VIDEO: Flores negras / Alvarado /Safadi
El compositor quiteño Rubén Uquillas, por su parte, consideraba que el Dúo de Valdivieso y Safadi fue uno de los mejores del ambiente guayaquileño de la época. Integró también en 1914 el dúo "Los Albertos" con el compositor y cantante Alberto Guillén Navarro (“Alguinarro”), haciendo presentaciones en Lima y Santiago de Chile; y, en 1924 un dúo con el hábil guitarrista Alberto Alvear García ("Viuda Negra").
Fotografía en la que constan Enrique Ibáñez (izquierda), Carlos Silva Pareja (derecha) y al centro Alberto Valdivieso Alvarado. Foto en: Florilegio del pasillo ecuatoriano.
En 1933 también constituyó un trío con el cantante y compositor Enrique Ibáñez y con el contrabajista y compositor Carlos Silva Pareja (1909-1968) e hicieron una presentación el 23 de junio en el Teatro Victoria de Guayaquil. Un año después se radicó en Santiago de Chile, no sin antes organizar una despedida en el Teatro Colón en mayo de 1934, en la que cantó varias piezas musicales a dúo con Nicasio Safadi y, como solista, sus temas. En Santiago continuó sus actividades artísticas y donde al parecer falleció hacia 1945, después de un intenso trajinar musical en distintos países latinoamericanos.
Afiche de la función de despedida de Alberto Valdivieso.Se afirma, aunque no hemos podido documentarlos -con excepción del pasillo
Maldita que se encuentra registrado en un cancionero-, que son de su creación también los pasillos:
Adiós amor, Cuando estoy pensando en ti, Desaliento, Jamás, La casita aquella, Mi adiós, Mi soledad, Mi unión, No sé sufrir; los valses:
Borracho de amor y
Dos remedios; y, el tango
No esperes corazón. Además “El Diablo Ocioso” reclamaba como suyo el pasillo
El alma en los labios, con texto del poeta Medardo Ángel Silva (1899-1919), cuya muerte –a los 21 años- se asegura se produjo por mano propia.
El poeta Medardo Ángel Silva el creador del texto El alma en los labios
En una de aquellas ocasiones en que “El Diablo Ocioso” retornó al Ecuador, se estableció un conflicto con el compositor cuencano Francisco Paredes Herrera, pues Alvarado aseguraba que él era el compositor del pasillo el Alma en los labios y que Paredes se había apropiado de la obra. Como prueba, recordaba que su nombre se publicó junto con la letra del mencionado pasillo en uno de los números del Cancionero del Guayas, con lo cual –aseveraba- quedaría claro que él sería el compositor. En efecto, nosotros hemos localizado el mencionado cancionero donde consta la letra del pasillo y se señala la creación musical como de Alvarado. Cabe decir que esa publicación no es suficiente – pues no contiene la notación musical- como para probar que se trata del pasillo que supuestamente Paredes usurpó.
En este número del Cancionero del Guayas en realidad consta como autor de la música José Alberto Valdivieso Alvarado.
A través de un artículo aparecido en El Telégrafo del 8 de abril de 1934 titulado “Un comentario a la novela romántica del Maestro Paredes”, Valdivieso impugnaba la autoría musical de Paredes:
“En 1919, a raíz del suicidio del poeta Silva, compuse yo en esta ciudad la música de El alma en los labios, como consta en el número 12 del Cancionero del Guayas, editado por el señor Abelardo Ortega y donde por aquella época se publicaba la letra de las canciones de moda, acompañando el nombre del autor de la música al del poeta que hubiere dado a la luz los versos correspondientes. Ahora bien, esto lo sabe todo Guayaquil que me conoce y se acuerda de ello. Encontrándome en Chile por el año 1928 fui sorprendido al encontrar un ejemplar de mi pasillo El alma en los labios, impreso en el Ecuador, y que llevaba en su margen como autor el nombre de Francisco Paredes H. Después he sido informado que por anterior época corrió el rumor de que yo había muerto en el extranjero... Fue así, pues, que el Sr, Paredes, por lo que se ve, decidió heredarme, pero puesto que no he muerto, y estoy vivo y fuerte en mi país natal, justo es que se me restituya la ‘herencia’ apropiada antes de tiempo por mis inesperados ‘herederos’”.
Valdivieso en foto de cerca de los años 30’s.
Al siguiente día a través del mismo medio de comunicación Paredes rebatió el remitido de Valdivieso:
“Nadie se ha atrevido a hacerme semejante imputación hasta ahora, porque en verdad siendo autor de más de 600 composiciones musicales, muchas todavía inéditas, sería tarea inútil el tomarme el trabajo de plagiar, cuando tengo tanto escrito que podría, si quisiera, no escribir una nota más y seguir vendiendo mis producciones por muchos años.- Por tal motivo no deseo entrar en particulares, ni discutir con el Sr. Valdivieso acerca del pasillo ‘El alma en los labios’, entre otras cosas, porque vendí los derechos de tal composición al Sr. José Domingo Feraud Guzmán, desde el propio año de la muerte de Silva y es este señor quien ha producido música impresa y rollos de pianola, después de haber registrado su derecho.- En tal virtud, pienso enseguida dirigirme al Sr. Feraud Guzmán, para justificar mi afirmación con fechas y copias de las cartas que cruzamos oportunamente y que demostrarán que el Sr. Valdivieso ha pretendido sorprender la buena fe del público con una jactanciosa afirmación que revela su ninguna probidad artística”.
Seguidamente Paredes presentó ante los periodistas documentos que le acreditaban como compositor de la pieza, y que bajo las siguientes argumentaciones sobre el caso, el periodista Francisco Romero las resume así:
1. Que cuando se publicó la muerte de Silva y los versos de ‘El alma en los labios’ el se encontraba en Cuenca. Ni siquiera se puede concebir que haya plagiado la música, puesto que la compuso trece días después de la tragedia y fue dos años más tarde que viajó a Guayaquil, donde residía ‘Diablo Ocioso’.
2. Que siendo el Sr. J. D. Feraud Guzmán el único editor de música ecuatoriana en 1919 y estando al corriente de todo lo que se producía, no le hubiera abonado derechos que correspondían a otro.
3. Que ‘El alma en los labios’ se popularizó inmediatamente con el nombre de Paredes Herrera y que si hubiera sido otro autor hubiera reclamado enseguida.
4. Que en Chile (a donde viajó ‘Diablo Ocioso’) se grabó y difundió tanto ‘El alma en los labios’ con el nombre de Paredes Herrera, debiendo ser conocida por alguien como ‘Diablo Ocioso’, cuyo oficio era cantar música regional. De haber sido el reclamante su autor, hubiera reclamado enseguida y no después de quince años”.
En todo caso después de que este asunto se ventiló en la prensa guayaquileña, la opinión se inclinó a creer a Paredes -quien para entonces era ya un conocido compositor cuyas obras las habían grabados varios cantantes internacionales - y no a Valdivieso. Así el “Diablo Ocioso” se quedó sin el Alma en los labios…
Carátula de la partitura El alma en los labios (pasillo).
El Diablo Ocioso canta Pesares: una canción verde
Así como existen géneros musicales populares, tal el caso del pasillo o el sanjuanito ecuatoriano, hacia 1993 hallamos en una investigación que hacíamos sobre discos de pizarra, una pieza titulada Pesares, que apuntaba como género el de verdulera. El marbete del disco además incluía el nombre del intérprete: A. Alvarado (se ignora su creador, no era costumbre el incluir el nombre de los compositores en aquellos discos). Sin duda el registro sonoro fue hecho por el popular “Diablo Ocioso”; hemos comparado el timbre de voz con otras de sus grabaciones, Flores negras y Ámame Julia y se trata de la misma persona.
El texto, según parece, cuenta la historia de un enfermo de sífilis, quizá contagiado en un prostíbulo, que pide le atiendan con alguna “agua de vieja” (agua de remedio). Hemos transcrito su letra:
Pesares
(verdulera)
Arcadio Cárdenas te vende píldoras
te cura el gálico* con alcanfor.
[y a las] putísimas de tetas lánguidas
de coño fétido, con purgazón.
Si supieras lo triste que es en "Zaragoza**,
la puta asquerosa que tú te tirabas,
las patas hinchadas, el culo podrido
las tetas cuajadas que tú le mamabas.
Pásame la [agüilla],
pásame la [agüilla],
pásame la [agüilla],
yo no te la paso
ni de raspadilla.
Pásame la [agüilla],
pásame la [agüilla],
pásame la [agüilla],
yo no te la paso,
yo no te la paso,
ni de raspadilla.
Estaban dos niñas desnudas
y viéndose en un espejo,
y unas a otras decían:
"cortémonos los pendejos***".
Bis II
Cógeme este toro bravo
que se me escapa ya,
con tu boquita linda
me mamabas la ver... güenza.
*Gálico= Sífilis
**Zaragosa= Habrá sido el nombre un prostíbilo?
***Pendejos= Vello púbico
VIDEO: Pesares (verdulera) / Alvarado
Verdulera es la designación que se hace a la mujer que vende en el mercado, de lenguaje vulgar, descarada, ordinaria; como una de sus acepciones el diccionario acepta a "verdura" la categoría de obscenidad, cualidad de verde, o libre; de allí la denominación genérica a esta pieza. He aquí el sentido del género de esta pieza musical, cuya grabación pronto cumplirá cien años.
Lo que si sorprende es que esta pieza se haya salvado de la “inquisición sonora”; basta mencionar que el aire típico Elé la mapa señora (mapa, quichua, significa sucio-a) en los años 30’s, cuando se grabó discográficamente, fue prácticamente excomulgada, condenándosele desde los púlpitos y desde algunos medios de prensa conservadores por su supuesto contenido soez. En comparación con Pesares, La mapa señora es una canción delicada:
Elé la mapa señora,
la que se santificaba,
anoche durmió conmigo,
de mañana comulgaba.
El primer y último ejemplar de la revista El Diablo Ocioso, editada por CONMÚSICA.
Como corolario a esta reseña hay que señalar que la Corporación Musicológica Ecuatoriana CONMUSICA, bautizó en los años 90's a su revista de divulgación musical con el nombre de El Diablo Ocioso -como homenaje a este gran cantante y personaje de la música ecuatoriana. Esta publicación se editó hasta su número 6. En el año, 2010, saldrá el número 7, retomando la edición bajo las siglas de EDO (El Diablo Ocioso).
Quito, agosto-septiembre, 2010
Fuentes principales:
G.E.B. “La novela de la vida romántica de don Francisco Paredes Herrera, distinguido bohemio y compositor”. En: El Universo. Guayaquil, 20 marzo, 1934, p. 2.
Valdivieso Alvarado, Alberto. “Un comentario a la novela romántica del maestro Paredes”. En: El Telégrafo, Guayaquil. 8 abril, 1934.
“Prueba que Alma en los labios es obra de Paredes”. En: El Telégrafo. Guayaquil, 11 abril, 1934. p. 5.
“El prestigio de Pancho Paredes no admite dudas”. En: El Telégrafo. Guayaquil, 9 abril, 1934.
Catálogo de discos de Encalada y Cía. Guayaquil, ca. 1912.
Delgado C., Hugo. "El legendario Diablo Ocioso". Estrellas, Nº 110. Guayaquil, [s.f.].
Torres Arellano, Martín. “La divina canción”. En: Estrellas, año V, Nº 65. Guayaquil: Cromos, 1971
Dicionario de músicos ecuatorianos / Pablo Guerrero Gutiérrez. En: http://www.edufuturo.com/educacion.php?c=915
http://www.edufuturo.com/educacion.php?c=889