Viaje a la Región de los Cayapas.
Nos piden referencias de un
grabado de músicos esmeraldeños.
Fidel Pablo Guerrero
(Para el blog: http://soymusicaecuador.blogspot.com/)
Grabado hecho a partir de la foto tomada por Santiago M. Basurco en Limones (Esmeraldas), en 1891. |
En el artículo Culturas
musicales en resistencia: los afroesmeraldeños que publicamos en este blog
[http://soymusicaecuador.blogspot.com/2012/06/culturas-musicales-de-resistencia-los.html],
incluí un gráfico de músicos de marimba. Es un grabado que se realizó a partir
de un daguerrotipo tomado en territorio Cayapa por el ingeniero Santiago
Basurco, autor del escrito titulado Viaje a la región de los Cayapas, “trabajo premiado con medalla de
plata en la Exposición Histórico Americana de Madrid de 1892 y traducido al
francés para ‘Le Tour du Munde’ en 1894”.
Portada de la publicación del ingeniero Basurco. |
Del escrito de Santiago Basurco vamos a transcribir un segmento que trata sobre
la marimba y su baile, así como incluir la foto en mención, pero antes una pequeña
explicación:
En 1891, el oficial de navío Nicolás
Bayona se arriesga a remontar el río Cayapas y avista “un banco aurífero de
gran riqueza y de más de dos kilómetros de extensión”; toma muestras y las
remite a Guayaquil, donde se forma una “Sociedad” con el objeto de enviar una
Comisión, para reconocer esas regiones, levantar planos, tomar datos sobre la
riqueza aurífera en esa región y que informe en torno a la mayor o menor dificultad que podría
presentar la explotación de los lavaderos de oro.
El gobierno ecuatoriano proporcionó ayuda para esa exploración,
transportando al personal en buques
nacionales de Guayaquil al Puerto de Esmeraldas “y desde allí hasta la confluencia
de los ríos Santiago y Cayapas en donde se organizó la escuadrilla
expedicionaria”. El equipo principal estaba conformado por Santiago M. Basurco, Ingeniero Jefe de la
expedición; Roberto Bayona, Ayudante del Ingeniero, Capitán de Corbeta; Dr. D.
Vidal Égüez, Capellán; Pablo Moreno y Juan G. Vallarino, Agregados; Carlos M.
de Murrieta, Apoderado de la Compañía.
Viaje a la región de los Cayapas: 1. “Flotilla de la
expedición”. 2. “Los primeros retratos”. Fotos del Ing. Dr. S. M. Basurco.
Santiago Manuel Basurco Tarelli, según información de Eduardo Villacís (Grabados sobre el Ecuador en el siglo XIX, Le Tour du Munde, 2008),
nació en Lima en 1858. Se trasladó al Ecuador donde estudió y se graduó de Ingeniero Civil.
A pedido de una “Sociedad” interesada en conocer las riquezas minerales
en la zona del Río Cayapas, comandó una exploración en el territorio llamado de
los Cayapas. Dicha exploración se llevó a cabo a lo largo del mes de diciembre
de 1891 (entre el 3 y 27 de diciembre).
El día 3 de diciembre asistió a un
baile de marimba que le sorprendió mucho; naturalmente su narración -con algunos prejuicios- debe ser apreciada como la del Viajero que quería escribir un artículo “con el
objeto de dar a conocer, de una manera más amena, todo lo más notable de una
región inexplorada”.
El daguerrotipo en mención trae
la siguiente información: “La marimba, foto del Ing. Dr. S.M. Basurco. Viaje a
la Región de los Cayapas (lámina I)”. Suponemos la tomó a día seguido de su
participación al baile, de donde se retiró a la una de la mañana; así que habrá
sido a la mañana siguiente o a su vuelta cuando pasó nuevamente por esta
población cuando hizo la fotografía.
La mencionada narración de Santiago Basurco se publicó por partes en un diario Guayaquileño,
al parecer en La Nación, desde enero
de 1892. Luego se haría una edición en Lima, en 1902, que incluye algunas fotografías de su viaje.
Pasamos pues a escribir el testimonio de Santiago Basurco, principalmente
el capítulo II, en donde hace una descripción de la marimba y su baile.
“II
“Tres horas y
cuarenta minutos después de haber abandonado Esmeraldas, fondeamos frente a la
Tola con el objeto de esperar la hora de la marea y hacer nuestra entrada, en
el puerto de Limones.
La Tola es una pequeña
población en la desembocadura del río Santiago; allí existe una buena máquina
de aserrío movida por vapor y cuyo propietario mantiene un regular comercio de
madera con Guayaquil y otros puertos del Litoral.
Cuando la marea subió
a la altura deseada, levamos ancla y en quince minutos llegamos al fondeadero
de Limones. Lindísimo aspecto presenta desde a bordo el grupo de casitas
situadas en la playa, en la desembocadura del río y dando frente al mar. Bosque
espeso y esbeltas palmeras sirven de fondo al paisaje; cielo azul y sin nubes
le sirve de marco; el mar que rompe sobre la playa, formando raudales de blanca
espuma lo completan.
Terminada la comida
a las cinco y media de la tarde, convivimos en ir a tierra y formar allí una marimba. ¿Qué es la marimba? –preguntará
el curioso lector (si es curioso). Pues
vamos a asistir a ella y a describirla lo mejor que podamos, pero antes
recorreremos la población.
Limones visto desde
tierra, no es Limones visto desde el mar. Mucha de su poesía desaparece y solo
se ve un pueblo que recién se levanta, que comienza a tomar impulso y en el que
todo está por hacerse.
No hace seis meses
que el pueblo en que me ocupo, solo era un pequeño caserío compuesto de muy
pocas chozas; pero desde que los lavadores de Playa de Oro pasaron ase
propiedad de una Compañía norte americana que con un capital de 10.000000 de
dolars se propone establecer trabajos en grande escala se consideró a Limones como
el puerto principal por donde debe efectuarse el desembarque de maquinarias y
demás elementos de trabajo; una fuerte de inmigración de colombianos no tardó
en establecerse y ya la población cuenta con más de quinientos habitantes. Por
desgracia, el Gobierno aún no ha tenido lugar de fijar su atención sobre este
particular y su acción no se deja sentir absolutamente. El pueblo no cuenta
todavía, con autoridades que hagan respetar las leyes del país.
La población se
compone de negros y mulatos en su mayor parte, La raza blanca anda poco menos
que escasa.
Como edificio
notable cuenta con una maquinaria de aserrío, propiedad del súbdito italiano
Sr. Sampietro, que también es dueño del mejor establecimiento de comercio del
lugar. También hay una escuela pública a la que concurren más de cuarenta
alumnos y que es sostenida por la Municipalidad de Esmeraldas y erogaciones de
los particulares.
[…]
Ahora vamos a
describir el gran acontecimiento del pueblo el día de muestra llegada: el gran
baile de marimba promovido por el Comandante del Crucero, en obsequio a los
expedicionarios, para que pudieran gustar de un espectáculo nuevo y enteramente
original para la mayor parte de nosotros.
La marimba sería el
baile nacional de los negro si los negros tuviesen nacionalidad única. El nombre
dado al baile viene del aparato musical que forma parte de la orquesta y que
juega en ella un papel secundario; pero no adelantemos juicios y narremos en
orden.
Se buscó una casa
donde pudiera verificarse el baile y previo consentimiento del dueño (que para
estas cosas son muy consentidores) se mandó hacer invitaciones por todo el
pueblo.
La casa es una
habitación cuadrada de ocho metros por lado, en alto sostenida por postes de
madera a tres metros sobre el suelo. El piso está compuesto de cañas rajadas a
manera de tablas unidas entre sí
fuertemente. El techo es a dos aguas cubierto con bijao (unas hojas impermeables
al agua) o sea el hierro acanalado de la gente pobre.
Son las 7 de la
noche y el dueño de casa pide una caja de jorforo
(fósforos) con la cual enciende las velas de cuatro farolitos que se
sostienen suspendidos del techo en los cuatro ángulos del salón. Una mesa en uno de los rincones, sobre la que se ve enorme
damajuana de aguardiente y bancas de madera a los alrededores forman el
mobiliario.
Pocos momentos
después sube la orquesta. Consta ésta de la marimba, instrumento melodioso, de
aspecto semejante al tímpano, formado por una serie de tablitas de madera de
chonta, de longitudes decrecientes, ligadas entre sí por medio de hilos de
cáñamo colocadas horizontalmente sobre dos largueritos del mismo material y
sirviendo a su vez cada una de ellas de tapa o cubierta a una serie de tubos de
caña hueca también de longitudes decrecientes, pero en sentido vertical a
manera de flauta del Dios-pan. Dos negros armados respectivamente de dos
palitos que terminan en pequeñas esferitas rodeadas de caucho, son los que la
manejan, golpeando sobre las tablitas que por la acción del choque vibran
produciendo sonidos más o menos agudos según la longitud de ellas y la de los
tubos que vienen a la caja sonora del instrumento (véase lám. 1).
“Lámina I”. La marimba. Foto de S. Basurco. |
Los demás aparatos
que forman la orquesta son tres tamboriles de un metro de altura por cuarenta
centímetros de diámetro, que se tocan golpeando con las manos y a los que llaman
cununas, Un pequeño bombo que lo
conocen por su nombre propio, pero que lo tocan golpeando el centro con una
maza al mismo tiempo que la circunferencia exterior con un palito y que además
lo suspenden del techo con una cuerda a fin de hacer más estrépito. La marimba
la suspenden también con cuerdas por cada ángulo del aparato. Completan el
instrumental dos cañas huecas de ochenta centímetros de longitud, rellenas de
unas semillas vegetales y que sacuden produciendo un sonido seco y fuerte.
Estos instrumentos se llaman alfandoques
o guasanes.
Un tiro de cañón
construido con una caña hueca, reforzada con hilo de cáñamo arrollado
exteriormente para que resista a la expansión de la pólvora, anuncia el
principio de la fiesta y es el aviso para que concurran los invitados y todo el
que se crea con derecho a serlo.
Principian los
marimberos arrancar algunos sonidos melodiosos del instrumento, y las cununas,
alfandoques y bombo a seguir el compás; pero a poco el entusiasmo de los
tamborileros es tal, que casi no se perciben el sonido de la marimba y solo se
escucha un estrépito infernal, acompañado de canto inintelegible y del cual
solo se entiende la fuga, que dice: ay! ya me voy!!
Los músicos no se
daban punto de reposo, pero los invitados no parecían; ir antes de las diez de
la noche es de mal tono; pero, para nosotros que debíamos marchar al siguiente
día, no era muy agradable respetar estas exigencias sociales de las bellas
limonenses. Por otra parte, el repertorio musical de los negros es demasiado
corto, está reducido “Al bambuco”, “La Caramba” y “El agua”; y el de versos
había que hacer de cuenta que no existía; así que a poco me acometió un
fastidio, que habría dado con mi humanidad a bordo, si no hubiera tenido
vivísimos deseos de no perder la ocasión de describir un espectáculo
enteramente nuevo para mí y aún creo que lo será para la mayor parte del mundo
civilizado.
A las diez de la
noche aparecen las niñas: todas visten trajes blancos adornados con cintas de
diversos colores. Los peinados son sencillos, se componen de trenzas más o
menos largas, según la escala cromática de las razas humanas. Pocos momentos
después empieza el baile.
Una muñeca de
cuerda, que gira en un círculo de dos metros de diámetro; un fantoche que
persigue a la muñeca; ésta, que tropieza cada dos giros, haciendo volver caras
al fantoche, que previamente hace un saludo o contorción más o menos
intencionada, antes de seguir girando en sentido contrario. He allí el baile de
marimba reducido a su más simple expresión. Como circunstancia atenuante,
debemos agregar que no se miran ni se sonríen las parejas y como complemento,
que no dejan de agitar sus pañuelos mientras dura el baile. En resumen cada uno
cumple su tarea de contorciones, brincos y saltos, lo mejor que puede; pero el
placer que por ello sienten los bailarines se sospecha, pero no se comprende.
Como al baile en
que me ocupo habían asistido muchas notables del lugar, tuvieron a bien el
querer bailar con los expedicionarios y algunos oficiales del buque que con
nosotros estaban, y no pudimos resistir: hubo que hacerlo y a fe mía que nunca
me he reído más; pero mientras brincaba haciendo que bailaba, pensaba para mí
que sin duda alguna en la naturaleza todo está sujeto a divisiones bien
marcadas y en cuanto a los gustos, los hay blancos
y negros.
A la una de la
mañana logré abandonar el baile y huí a la playa en busca de un bote. La luna
recién aparecía sobre el horizonte lanzando sus plateados rayos sobre la
superficie del mar. A poco un marinero me trasladó sobre sus hombros al bote, y
media hora después a bordo del “Cotopaxi” me puse a filosofar sobre el baile,
la marimba y la división de gustos hasta quedarme profundamente dormido".
Así concluye Basurco su relato sobre este asunto. Sin embargo existen otras informaciones que resultan
interesantes:
“El río Santiago está
poblado por negros y mulatos en su totalidad; muchos son de nacionalidad
colombiana; cada familia vive aisladamente en su respectiva casucha, alrededor
de la cual establecen sembríos de yuca, maíz, caña de azúcar y árboles
frutales, sin olvidar tampoco el cultivo de los pastos . naturales con los que
sostienen algún ganado vacuno. También
se dedican a la cría de aves y cerdos, pero todo en pequeña escala y únicamente
para atender sus necesidades domésticas. El negocio de esta pobre gente
consiste en la extracción del caucho de las montañas, en las que se internan en
ciertas épocas del año, y en la construcción de canoas de maderas muy
apreciadas y de que son abundantes esas selvas” [p. 10].
“Los cayápas muestran tener por el instrumento musical que
describí antes, conocido con el nombre de marimba,
tal vez más afición que los negros ribereños o tanta como éstos; yo no vi una
sola casa cayápa que no la ostentase como mueble de preferencia o único, pero
no les oí ejecutar. En cuanto a nuestros
bogas no hubo un solo día en que por cansados o fastidiados que estuvieran
dejasen de tocarlo. Apenas desembarcaban nuestro equipajes y provisiones
principiaban a obsequiarnos con la música y hasta no turnarse todos no se daban
punto de reposo. En los últimos días de viaje, confieso que me desesperaba oír
en cada parada que hacíamos para almorzar, comer o dormir la tonadita de “El
bambuco” que es la más popular y la única a que muestran tener marcada
predilección. Creo que un profesor de
marimba que fuera a esas regiones haría fortuna en muy poco tiempo” [p. 64].
Entre las conclusiones que llegaron los exploradores son que “las
riquezas que encierran los bancos auríferos del río Cayápas, Sapayo y Río
Grande, son incalculables, y que su explotación en grande escala sería un
negocio colosal”.
Habrá que ver si la explotación que ha sufrido Esmeraldas desde que
Basurco y los exploradores se internaron en la región dando a conocer las
riquezas existentes, ha traído beneficio al pueblo o si por el contrario la
explotación ha servido solo para empresarios y gobiernos extranjeros, dejando
un terreno destruido y aguas contaminadas, como suele ocurrir hasta ahora.
Tomado de:
Basurco, Santiago M. Viaje a La
región de los Cayapas. Imprenta de la Escuela de Ingenieros de Lima, 1902.
Otra fuente:
Basurco, Santiago M. Viaje a La
región de los Cayapas. Ecuador [algún medio de prensa]. [Guayaquil], 1892.
[capítulo I y II: Guayaquil, enero 15 de 1892].
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